Fingir un problema de salud se ha convertido en una buena carnada utilizada por los reclusos de las cárceles del país para escapar de la prisión, como recientemente hizo Jorge Gabriel Báez Abreu, quien escapó de una clínica en Nagua como si se tratara de una película de acción.
El caso de Báez Abreu ocurrió la semana pasada y desde entonces las autoridades han iniciado una búsqueda para dar con el paradero del hombre que había sido condenado a 30 años de prisión en 2015 por un intento de asesinato de dos hombres en Puerto Plata.
De acuerdo con las informaciones de las autoridades, el hombre había fingido estar enfermo, y cuando fue llevado al centro médico, varios hombres armados se presentaron al lugar en una yipeta, logrando despojar de sus armas a los custodia del condenado, y luego escaparon en medio de una balacera.
Días después el Ministerio Público sometió a la justicia a cuatro personas, entre ellas una cabo de la Policía Nacional y dos cabos del Ejército. Supuestamente estos habían participado en el entramado para la fuga de Báez Abreu.
Otro caso en el que se utilizó un diagnóstico médico para llevar a cabo una de las fugas más controversiales ocurridas en el país, fue la de Pedro Alejandro Castillo Paniagua, mejor conocido como “Quirinito”.
El escándalo estalló en septiembre del año pasado, y desde entonces la pregunta de dónde está Quirinito se ha convertido en un misterio. Sin dudas, es uno de los fugitivos más conocido por la población dominicana.
La trama que dio pie a su fuga envuelve el diagnóstico de cáncer en la lengua, posteriormente había sido declarado como muerto, hasta que las autoridades descubrieron que sólo se trataba de un engaño para el escape del condenado a 30 años de prisión por el homicidio del español Adolfo Justo Cervantes Arellano en San Cristóbal, por asuntos de narcotráfico.
En julio del 2014 un recluso de nombre Anthony Mena Gutiérrez, condenado a 20 años de prisión por homicidio, había fingido tener problemas estomacales graves, según había informado la Policía en ese momento. Luego, cuando fue llevado a recibir atenciones médicas en el hospital Luis Manuel Morillo King de esa ciudad, rompió la ventana de un baño y se fugó.
Por el caso, en ese entonces, fue detenido para investigación el militar Wander Sánchez Lebrón, quien tenía a su cargo la custodia del recluso. En los archivos de la prensa, no se ha documentado su apresamiento.
En noviembre del 2010 se produjo la fuga, en Barahona, de un reo que fue llevado al hospital regional universitario Jaime Mota donde se le realizaría una consulta odontológica. Carlos Suero Mejía aprovechó la ocasión y junto a otro recluso, pidieron a un agente de la Policía (Boris Enrique López Espinosa) que lo llevaran al baño del centro médico, y una vez allí trataron de ahorcar al custodia. Lo despojaron de su arma de reglamento, le dispararon y después huyeron, de acuerdo con la información de la Policía Nacional.
En las afueras del centro se produjo una balacera y Carlos Suero Mejía, quien estaba condenado a 15 años de prisión por robo, logró escapar con el arma del custodia que lo llevó al baño.
El otro recluso que intentó escapar, Ramón Medrano Pérez, fue ultimado de varios disparos.
De los casos documentados en recortes de prensa se puede deducir que la mayoría de estas fugas las han protagonizado reclusos condenados por homicidios y asuntos ligados al narcotráfico. En el caso de Quirinito se conjugan ambos delitos. Las autoridades han implementado medidas para evitar esos hechos, pero en algunos de los casos sale a relucir complicidad de agentes.