La enmienda 25 es una norma constitucional de Estados Unidos relativamente desconocida y que, de la noche a la mañana, se ha convertido en un tema de debate en ese país.
¿La razón? Contiene disposiciones que permitirían remover del poder al presidente Donald Trump.
La enmienda 25 fue mencionada en el polémico artículo de opinión “Soy parte de la resistencia dentro del gobierno de Trump”, publicado de forma anónima el miércoles pasado en The New York Times y cuya autor, según ese diario, es un alto funcionario del ejecutivo estadounidense.
El autor asegura que hay miembros del ejecutivo que “trabajan diligentemente desde adentro para frustrar partes de la agenda (de Trump) y sus peores inclinaciones”.
“Sin embargo, nadie quiso precipitar una crisis constitucional. Así que haremos lo que podamos para dirigir el rumbo del gobierno en la dirección correcta hasta que -de una manera u otra- llegue a su fin”, agregó el escritor anónimo.
¿Cuál es el origen de esta norma y cuáles pueden ser sus implicaciones para Trump?
Orden en la sucesión
La enmienda 25 fue aprobada por el Congreso como un mecanismo para asegurar la sucesión en el poder tras el asesinato en 1963 del presidente John F. Kennedy.
En ese momento, el vicepresidente Lyndon B. Johnson asumió la jefatura de Estado pero no existía un mecanismo claro para ocupar su cargo, que había quedado vacante.
En Estados Unidos, usualmente el vicepresidente acompaña como candidato al presidente, que es electo en votaciones generales.
Entonces, el Congreso propuso esta enmienda, que fue aprobada en 1965 y se convirtió en parte de la Constitución en 1967, tras ser ratificada por 38 estados.
La norma contiene cuatro disposiciones:
- La primera establece que el vicepresidente se hará cargo del gobierno si el jefe de Estado muere, renuncia o es destituido.
- La segunda señala que, si se produce una vacante en la vicepresidencia, el presidente debe nombrar un reemplazo que debe ser confirmado por una mayoría en ambas cámaras del Congreso: la Cámara de Representantes y el Senado.
- La tercera permite al presidente delegar sus funciones en el vicepresidente, de forma temporal.
- La cuarta crea el mecanismo mediante el cual el vicepresidente y la mayoría de los miembros del gabinete pueden declarar que el presidente no es capaz de “desempeñar las funciones y obligaciones de su cargo”, lo que puede llevar a que el mandatario sea sustituido por su número dos.
Esta última disposición es la única que nunca ha sido utilizada y es justamente la que está ahora en medio del debate.
¿Es posible aplicársela a Donald Trump?
“Más difícil que un impeachment”
“Esta disposición fue creada para establecer la transición en el poder cuando el presidente está incapacitado. Para aplicarla tienes que ser capaz de demostrar que él no puede desempeñar las funciones y obligaciones de su cargo”, dice Saikrishna Prakash, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Virginia e investigador principal del Centro Miller de Estudios sobre la Presidencia de Estados Unidos, a BBC Mundo.
“Si está en coma, esto es evidente, o si está muy enfermo y no puede trabajar. También por incapacidad mental, si se le olvidan las cosas por sufrir alzhéimer, por ejemplo. La cuestión está en si crees que el presidente no ha sido capaz de dedicar el tiempo y el esfuerzo que exige su cargo, ¿es eso suficiente para concluir que él no puede desempeñar sus funciones? Esa es la duda que pueden tener quienes se oponen al presidente”, agrega.
La disposición 4 señala que si el vicepresidente y el gabinete creen que el mandatario está incapacitado pueden escribir una carta para notificar al Congreso al respecto, lo que privaría al jefe de Estado de sus funciones.
Sin embargo, cuando eso ocurre, el presidente puede dirigirse al Congreso para refutar esa aseveración, con lo cual podría permanecer en su cargo.
Llegado este punto, el vicepresidente y el gabinete pueden reiterar su posición ante el legislativo, lo que dejaría la decisión en manos del Congreso: si dos tercios de ambas cámaras dan su visto bueno, el presidente sería despojado de sus poderes.
“Este es un requerimiento extraordinariamente difícil de cumplir y no es probable que sea invocado. Está pensando para ser aplicado en situaciones en las que, desde cualquier punto de vista, es evidente que el presidente no puede cumplir sus funciones, no cuando se trata de un asunto debatible. Me sorprendería mucho si deciden usarlo, aunque uno nunca sabe”, afirma Prakash en conversación con BBC Mundo.
El experto destaca que los parámetros de la enmienda 25 son incluso más exigentes que los de un procedimiento de impeachment (juicio político), que requiere mayoría en la Cámara de Representantes y dos tercios del Senado.
“La única circunstancia en la que esta enmienda es más fácil de aplicar que el impeachment es si el presidente no objeta la decisión del vicepresidente y del gabinete”, apunta.
John Hudak, subdirector del grupo de investigación estadounidense Centro para una Gerencia Pública Efectiva, advirtió que cualquier intento de aplicar la enmienda 25 se tropezará además conla posibilidad de que el presidente decida despedir a los miembros de su gabinete para evitar que envíen la carta para su remoción al Congreso.
“El comportamiento errático de Donald Trump no hará que sea destituido usando la enmienda 25. Punto”, escribió Hudak en un análisis publicado en la web del Instituto Brookings, un centro de estudios con sede en Washington.
“No importa cuánta gente esté horrorizada por el comportamiento, las acciones y las decisiones gubernamentales del presidente. Es el Congreso el que tendría que actuar. Sin los votos, a menos que ocurran cambios drásticos en la política o en la salud física del mandatario, él va a ser presidente al menos hasta el 20 de enero de 2021”, concluyó.