La invasión de Vladímir Putin en Ucrania está cerca de cumplir un mes. La infame “operación militar” rusa no ha logrado conquistar ninguna de las principales ciudades del país.
El avances de las tropas se ha estancado en varios frentes pero los bombardeos se han intensificado. Particularmente en la franja norte de Ucrania, en ciudades como Chernígov y Járkov.
El Ayuntamiento Járkov ha informado que muchos de los edificios reducidos a escombros en la segunda ciudad del país eran de viviendas. Los que permanecen en Járkov buscan desesperadamente alimentos y medicinas.
“Necesitamos ayuda humanitaria. Todas las tiendas de alimentos están cerradas”, responde una señora en fila para entrar a un supermercado y otra agrega: “Solo hay un supermercado abierto. Hay muchísima gente aquí y los precios no son asequibles”.
Moscú ha endurecido su estrategia de asedio y bombardeos contra zonas de civiles, una guerra que busca el de desgaste.
“Estamos aquí desde el 24 de febrero. La escuela que queda cerca de nuestra casa estaba en llamas. Los tanques estaban en llamas. Por eso decidimos no volver allí. Pero aquí hace frío. Los niños se enferman, tienen infecciones en los ojos, sufren de fr ío y tosen, como pueden escuchar”, relata Katia, una joven madre refugiada en una estación de metro.
Resistencia y vigilancia
Músicos y poetas, refugiados en búnkeres, intentan recaudar fondos a través de sus redes sociales. La resistencia en Ucrania tiene muchas caras pero permanece unida pese al terror.
Por su parte, las milicias y el Ejército patrullan día y noche la ciudad de Járkov. Saben que hay infiltrados rusos en el territorio.
En imágenes registradas por un equipo de filmación neerlandés se puede ver la detención de un hombre que estaba tomando fotografías de edificios. Las tropas ucranianas piensan que se trataba de un espía ruso.
Este lunes, el presidente Zelenski confirmó la muerte del superviviente del holocausto, Boris Romanchenko, en Járkok, cuando una bomba golpeó el edificio en el que vivía.