Nada consigue detener el seísmo social que sacude Estados Unidos, ni siquiera los toques de queda, que los manifestantes han ignorado en una nueva noche de protestas y disturbios raciales, la sexta desde la muerte a manos de la policía del ciudadano afroamericano George Floyd.
Seguramente el presidente Donald Trump volvió a oír esta noche desde la Casa Blanca a los manifestantes. Un millar se congregaron frente a la mansión presidencial al grito de “Sin justicia no hay paz”, en una manifestación que volvió a acabar en enfrentamientos con las fuerzas del orden.
De Nueva York, a Los Ángeles, de Chicago a Cleveland o Miami. Las manifestaciones reclamando justicia se suceden en decenas de ciudades. La otra cara de la moneda es la del vandalismo, los saqueos y los incendios, que han llevado a los toques de queda y el depliegue de miles de militares de la Guardia Nacional.
Trump quiere declarar organización terrorista al movimiento antifascistas Antifa
Todo esto ocurre a solo cinco meses de las elecciones presidenciales, en las que Donald Trump se juega la reelección. Este domingo anunció en las redes sociales su intención de declara organización terrorista al movimiento antifascista Antifa, al que acusa de estar detrás de las revueltas.
En Mineápolis, este domingo se evitó por poco la tragedia, cuando un hombre al volante de un camión cisterna intentó embestir a los manifestantes. El individuo fue retenido por la gente y entregado a las autoridades. No hubo heridos.
Esta ciudad del norte de Estados Unidos es el epicentro del estallido social. Aquí fue donde Floyd murió después de que un policía presionara su cuello con la rodilla durante ocho minutos, mientras este suplicaba ‘No me maten’, ‘No puedo respirar’.
El agente está acusado de homicidio involuntario. Otros tres policías que contemplaron la escena sin actuar han sido solo despedidos.
En todo el país hay más de 1400 detenidos, entre ellos, la hija del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio.