Daniel Ortega se ha despachado a gusto contra su oposición en Nicaragua. “Esos que están presos son los hijos de perra de los imperialistas yanquis. Se los deberían de llevar para los Estados Unidos, porque esos no son nicaragüenses. Dejaron de ser nicaragüenses hace rato”, ha dicho de los siete aspirantes presidenciales detenidos.
Se les acusa de cargos de “traición a la patria”. Así evitó enfrentarse a ellos en las elecciones generales del domingo, en las que Ortega fue reelegido junto con su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, con el 75,92 % de los votos.
Pero el mandatario ha tenido para todos. También para los Gobiernos europeos que han criticado la falta de democracia en el país calificando los comicios de “farsa”, y de los que Ortega dice que “se están comportando como colonizadores”.
“Gobiernos europeos donde incluso gobiernan partidos fascistas”, dijo Ortega en un acto oficial transmitido por los medios de comunicación.
La oposición había pedido a la gente que no acudiera a votar, lo que se ha traducido en algo más del 80% de abstención, según observatorios independientes. Cifras que contrastan con las oficiales, que fijan la participación en más del 65%.
Muchos, como Francisco y María, no votaron a sabiendas de que no cambiaría nada. “Esta vez no he prestado atención a las elecciones, para mí era un día normal, no hubo expectación por mi parte, ni nada que me llamara la atención para preocuparme o interesarme”, dice Francisco. Para ella, “ya se sabía desde hace tiempo qué iba a ser. Otra cosa es la gente que no quiera verlo. Pero ya lo tenían todo preparado”.
Otros, sin embargo, creen a pies juntillas el discurso del oficialismo. Leticia explica que “si no fuera porque el pueblo lo eligió, estoy de acuerdo en que no se acepte. pero fue el pueblo el que lo eligió. Entonces, ¿qué tenemos que hacer? Respetarlo”.
A punto de cumplir 76 años, Ortega se enfrenta a su quinto mandato cercado por las críticas de la comunidad internacional y la amenaza de nuevas sanciones por parte de Estados Unidos.