Laurent de Conti es operario de máquinas en una fábrica de piezas de aviones (CSA) en Francia pero por el momento trabaja en Lucien Georgelin, una productora de mermeladas a pocos kilómetros de su empresa. Su jefe, Jerome Creuzet, lo ha prestado a esta productora que necesitaba un trabajador adicional en lugar de despedirlo o reducir su jornada debido a la crisis económica desatada por la pandemia
“Volveré un día u otro, pero mientras yo esté aquí, es una carga menos para mi jefe. Es un intercambio de buenas prácticas, él me dio mi oportunidad, así que yo le devuelvo el favor a cambio”, explicó de Conti.
Esta solidaridad es apreciada por el presidente de la fábrica de piezas aeronáuticas que no quiere recurrir a los despidos en masa
“Tardé entre 7 y 8 años en contratar, encontrar a las personas indicadas y formarlas, por lo tanto, despedirlas porque tenemos una crisis que durará unos meses, tal vez un año, es realmente una enorme negligencia”, señaló por su parte el presidente de la CSA, Jerome Creuzet.
Hace un año esta empresa tenía 57 empleados pero ante la caída de los pedidos en el sector aeronáutico, 19 personas fueron despedidas y otras están entrabajo parcial. Una práctica que podría haber salvado miles de puestos de trabajo si se hubiera implementado fuera de Francia. Y aunque el préstamo de trabajadores no es una actividad extendida ha demostrado ser bastante efectiva.