Por Dr. Víctor Garrido Peralta

Vergüenza ajena nos provocaría que organismos y colegas nacionales e internacionales lleguen a escuchar la desacertada entrevista televisiva del ministro de salud y asistencia social de la República Dominicana la noche de este lunes 15 de junio.

A tres meses y medio de haberse reportado el primer caso del SARS-CoV-2 en el país, se incrementa la escalada de errores a consecuencia del ejercicio de una política de salud reactiva en lugar de provisoria, la cual queda en evidencia con la ausencia de una intensiva y permanente campaña educativa sobre las medidas a tomar para evitar contagio y la falta de las normativas de manejo por sector.  

El ministro no mostró rigor científico en sus respuestas, notándose un claro desconocimiento de lo que el organismo que dirige está haciendo y lo que debe hacer para refrenar la expansión de la pandemia. Además, devela un indudable vacío de liderazgo estatal en el sector salud, el cual se lograría realizando un esfuerzo coherente entre el Ministerio de Salud Pública y las distintas instituciones del estado con incumbencia en las materias de comercio, educación, defensa, transporte público, banca, agricultura, policía, asistencia social, procuraduría general, Junta Central Electoral, Congreso Nacional, Banco Central, entre otras.

A fin de orientar y marcar las pautas a seguir basadas en la demanda existente, se requiere de un programa de trabajo con objetivos generales, metas sectoriales a mediano y largo plazo y de un proyecto de implementación, según un orden de prioridades, establecido por la autoridad de salud pública para área.  De igual forma, se hace necesario un amplio apoyo político no solo del Presidente de la República, sino de todos los demás ministros que tengan participación en algún aspecto específico en la contención del virus. 

Entendemos que los objetivos globales fundamentales han de ser: salvar vidas, minimizar la propagación del microorganismo, subsidiar los desprotegidos, controlar el impacto financiero y mantener el servicio nacional de salud en plena capacidad operativa, aprovechando y procurando las oportunidades de cooperación, tanto en el ámbito gubernamental, como privado, nacional e internacional en todas las facetas a desarrollar.

Consideramos perentorias las siguientes acciones:

Legislar por establecer consecuencias severas a quienes no cumplan las normativas globales.

Facilitar el distanciamiento físico de dos metros —el cual representa un promedio de contagio probable de 1.3%— con marcas en el suelo donde corresponda, desplegando un personal que se dedique a verificar que las ciudadanos mantengan el rigor del mismo. 

Fabricación, distribución y venta de mascarillas, termómetros y desinfectantes. Descentralización de las pruebas rápidas y PCR. 

Elaboración de cuestionario a ser llenado en aeropuerto de origen y enviado vía electrónica antes del arribo de la aeronave que permita identificar pasajeros potencialmente contagiados y proceder en consecuencia. 

Establecer la obligatoriedad de tomar la temperatura en los aeropuertos y en toda estructura  pública o privada. 

Exigir la existencia de lavamanos con agua, jabón y papel para secar manos en todos los comercios.

Todos hemos sido testigos de la frustrante gestión que el estado dominicano ha dado a la pandemia desde su inicio, donde no se asumen responsabilidades y sí se culpa al inocente. ¿Entregó el ministerio de salud las guías de manejo a seguir a la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET) antes de reanudar sus servicios? ¿Se hizo lo propio con la OMSA, las paradas de autobuses, los vehículos del transporte público, los bancos, los supermercados, etc.? 

Creciente angustia nos produjo la desatinada exposición del ministro de salud y asistencia social de la República. Nos alarma saber que la calidad de vida y supervivencia de los dominicanos dependen del vergonzoso proceder de quien debería servir como orientador de la nación en tiempo de pandemia.

“Cualquiera que acepte pasivamente el mal está igual de implicado en él como quien ayuda a perpetrarlo. Quien acepta el mal sin protestar en su contra, en realidad está cooperando con él”. Martin Luther King.

Dios derrame su gracia en nuestro amado terruño.

Sin prisa pero sin pausa…¡Llegaremos!