Desde la Segunda Guerra Mundial, nunca había habido menos gases de efecto invernadero en nuestros cielos.

El confinamiento por el coronavirus supuso en abril una reducción del 17% en las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2).

Según los resultados de una investigación, si algunas restricciones siguieran en vigor terminaríamos 2020 con un 7% menos de emisiones, respecto al año pasado. Apenas una gota insignificante en un mar de daños irreparables al medioambiente.

“El grado que aumenta la temperatura respecto a los niveles preindustriales es consecuencia de las emisiones de los últimos 100 o 200 años. Reduciendo las emisiones un año, incluso aunque sea una reducción radical, no supondrá mucha diferencia respecto a la temperatura media, o la concentración atmosférica de CO2 que vemos, necesitamos ir a cero emisiones”, destaca Glen Peters, director de investigación del Centro de Investigación Climática Internacional (CICERO), con sede en Oslo (Noruega).

El problema es que seguimos usando vehículos con motor de combustión. Y los expertos temen que vamos a volver a ir a trabajar en coche, en detrimento del transporte público, por los problemas que presenta para mantener el distanciamiento físico. Si los gobiernos no toman medidas medioambientales, el aumento de la temperatura global seguirá su curso.

“Si podemos mantener algunas de las restricciones vigentes sería beneficioso para algunos de nosotros, si podemos trabajar algo más desde casa, si no viajamos tanto ni tan lejos para ir a congresos internacionales, si podemos hacer esas cosas a distancia, eso puede ayudar a reducir las emisiones sin afectar demasiado a nuestras vidas, pero evidentemente no queremos tener restricciones que nos impidan visitar a nuestros abuelos o tomar un café con los amigos”, insiste Peters.

China (23%) ha liderado la reducción de las emisiones contaminantes, por delante de Estados Unidos (20%), Europa (12%) y la India (9%).