Irina Slávina, periodista de la ciudad rusa de Nizhni Nóvgorod, ha fallecido este viernes después de inmolarse frente a la sede local del Ministerio del Interior.
Antes de prenderse fuego, Slávina (de verdadero apellido, Murajtáyeva), editora jefe del portal de noticias opositor local Koza.Press, publicó en su página de Facebook un comentario en el que pedía “que se culpe a la Federación de Rusia” de su muerte, sin ofrecer más detalles.
La víspera, la periodista, de 47 años, informó por el mismo medio que las autoridades habían llevado a cabo una redada en su apartamento. Slávina afirmó que los agentes de la ley incautaron sus cuadernos, ‘smartphones’, un portátil y un ordenador, entre otros objetos y dispositivos de ella y de sus familiares.
Serguéi Badamshin, abogado de defensores de los derechos humanos, confirmó a los medios rusos que el registro en la vivienda de la periodista se llevó a cabo en el marco de una causa iniciada en virtud del artículo 284.1 del Código Penal de Rusia (participación en actividades de una organización indeseable) contra el conocido empresario local Mijaíl Iosilévich.
Por su parte, el Comité de Investigaciones de Rusia negó que el suicidio esté vinculado al registro policial, ya que Slávina “fue testigo y no fue sospechosa ni imputada en la investigación penal”. El organismo informó que se realizará un examen psicológico y psiquiátrico póstumo para establecer el estado mental de la mujer e intentar determinar los posibles motivos de sus acciones.
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