Al menos 23 manifestantes murieron y otros 127 resultaron heridos este viernes tras un tiroteo en una plaza de Bagdad, epicentro de las protestas contra el Gobierno, según el último balance proporcionado este sábado por fuentes médicas y policiales.

Se trata del incidente más sangriento de las últimas semanas de protestas en el país. Las víctimas mortales se suman a las, aproximadamente, 460 constatadas el viernes por la organización semioficial de la Alta Comisión Iraquí para los Derechos Humanos, responsable del seguimiento de víctimas durante las manifestaciones, desde que se iniciaron las protestas hace un par de meses. Entre las víctimas mortales del ataque hay tres agentes de policía, según las fuentes. Los hombres armados viajaban en vehículos todoterreno y dispararon contra los manifestantes, pero todavía se desconoce su afiliación, aunque activistas han señalado en las redes sociales que podrían pertenecer a grupos o milicias chiíes.

Las tropas del Ejército iraquí se han desplegado este sábado en la plaza Al Jilani de la capital, después del tiroteo perpetrado este viernes por un grupo de hombres armados, que ha amenazado con provocar una vez más el caos en la ciudad. Las fuerzas de seguridad se han desplegado en la plaza y sus alrededores para proteger a los manifestantes pacíficos, según ha explicado el jefe de Operaciones de Bagdad, el general Qais al Mahamdoui, a la agencia de noticias estatal iraquí INA.

Las protestas, que comenzaron en octubre, exigen una reforma política total en Irak para acabar con la corrupción endémica en el país y la desigualdad en la distribución de los beneficios del petróleo. Asimismo, solicitan la dimisión del Gobierno en pleno, la disolución del Parlamento y, en términos generales, la desaparición del sistema político establecido tras la invasión de Estados Unidos en 2003.

La mayor parte de las víctimas mortales son consecuencia de la represión ejercida por las fuerzas de seguridad, que han empleado con asiduidad munición real para dispersar a los manifestantes. El Gobierno, a su vez, ha defendido esta respuesta al asegurar que entre los manifestantes había “delincuentes escondidos” con la misión de iniciar altercados a tiros.

La crisis política ha provocado hasta la fecha la dimisión del primer ministro, Adel Abdul Mahdi. El presidente del Parlamento, Mohamed Halbusi, pidió el martes al presidente del país, Barham Salí, que designe a un nuevo primer ministro, para lo que tendrá 15 días. Tras ello, se abrirá un plazo de 30 días para formar el nuevo Gobierno.