Cuando finalmente regreses a trabajar después del confinamiento, la COVID-19 quizá no sea la única enfermedad que podrías contraer en la oficina.
Los edificios de oficinas que hasta hace poco meses estaban llenos de empleados se vaciaron en muchas ciudades y estados a medida que se emitieron las órdenes de quedarse en casa. Estas estructuras, normalmente en uso constante, han estado cerradas, por lo que los riesgos a la salud se pudieron acumular de maneras imprevistas.
“Los edificios no están diseñados para ser abandonados durante meses”, dijo Andrew Whelton, profesor adjunto de Ingeniería Civil, Ambiental y Ecológica en la Universidad Purdue.
Whelton, otros investigadores y autoridades de salud pública han emitido advertencias sobre la plomería en estos edificios, en los que el agua se pudo haber estancado en las tuberías o incluso en cada grifo y retrete. A medida que las cuarentenas se suspenden, las bacterias que se acumularon de manera interna podrían generar problemas de salud para los empleados que vuelven al trabajo si los gerentes de las instalaciones no atienden de manera adecuada estas situaciones. Los empleados y los huéspedes en los hoteles, los gimnasios y otros tipos de inmuebles también podrían estar en riesgo.
La mayor preocupación es la Legionella pneumophila. La bacteria puede causar legionelosis o enfermedad del legionario, una afección respiratoria. Uno de cada diez casos termina en muerte, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) de Estados Unidos. Las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina calculan que más de 52.000 estadounidenses sufren esa enfermedad cada año.
Un pequeño brote aislado puede enfermar a muchas personas. Durante la crisis de agua que comenzó en 2014 en Flint, Míchigan, después de que la ciudad cambió su suministro y los funcionarios no informaron al público sobre los problemas de calidad del agua, muchas personas se enfermaron. La crisis se vinculó a la muerte de doce personas debido a la enfermedad del legionario.
Después de un brote en la Feria Estatal de Montaña de Carolina del Norte, en septiembre pasado, 135 personas contrajeron la enfermedad y cuatro murieron, de acuerdo con el Departamento de Salud y Servicios Humanos del estado. Los investigadores culparon a la exhibición de una tina de hidromasaje que lanzó al aire la Legionella pneumophila y fue inhalada por los transeúntes.
Lo más preocupante: la enfermedad del legionario tiende a afectar a personas inmunocomprometidas.
“Los pacientes de COVID-19 y los sobrevivientes podrían ser más vulnerables a esto, así que cuando regresen a trabajar podríamos tener que preocuparnos por otra infección”, dijo Caitlin Proctor, profesora posdoctoral en Purdue que, junto con Whelton, realizó un estudio que ha sido aceptado para su publicación en la revista AWWA Water Science, en el cual se analizan los riesgos del estancamiento del agua durante el confinamiento por el coronavirus.
Una vez que se forma en la plomería del edificio, la Legionella puede dispersarse por el aire cuando se jala la palanca de los retretes. Incluso abrir los grifos cuando los empleados se laven las manos para limitar la propagación del coronavirus puede hacer que pequeñas gotas de agua portadoras de Legionella lleguen al aire.
Generalmente, los encargados de las instalaciones reducen el riesgo de la Legionella y otras bacterias al verter pequeñas cantidades de desinfectante en el sistema de aguas del edificio. Sin embargo, cuando el agua se deja estancada durante demasiado tiempo, el desinfectante desaparece.
“Incluso después de un fin de semana, el desinfectante puede desaparecer en algunos edificios y el agua es vulnerable a la contaminación”, dijo Whelton.
El personal de limpieza puede jalar la palanca de los inodoros para vaciar el agua estancada y hacer que llegue un suministro nuevo y fresco. O pueden arrojar una gran cantidad de desinfectante por las tuberías del edificio y elevar las temperaturas para matar a los microbios.
Las cuarentenas en Estados Unidos comenzaron a mediados de marzo, lo que significa que algunos edificios han estado cerrados durante dos meses. Además, los investigadores afirman que las consecuencias del estancamiento prolongado de agua son relativamente desconocidas.