SANTO DOMINGO.-Rafael (Tato) Bisonó, el fundador de la constructora que lleva su apellido y que tiene su estampa en todo el país, “construyó su suerte”.
Trabajaba diariamente por hasta 15 horas, construía viviendas que le generaban cincuenta pesos de ganancia y recurría al crédito frecuentemente ante la falta de liquidez.
Ese crédito, tenía gastos de cierre que equivalían al 18% además de un 12 % anual y que recurrentemente “se llevaba una casa” (perdía la posibilidad de tener ganancias), por lo que cada proyecto debía terminarlo con celeridad.
Esa rapidez en la construcción implicaba sacrificios físicos y familiares.
A todo esto, se le puede atribuir su “dicha”.
Los antecedentes
Sus primeras influencias formativas las obtuvo del ciudadano español José Jiménez Miralles, quien para la época había fundado el Instituto Iberia.
“Ese español fue un pedagogo fundamental en mi vida y en la vida de todos los que pasamos por el Instituto Iberia. Me iba detrás de mis hermanos desde los cuatro años y a los cinco ya estaba alfabetizado”.
Su padre, Don Blanco como se le conocía, pese a dedicarse a la ganadería, había llegado a realizar trabajos con una constructora denominada AM y en el proceso, Rafael fue familiarizándose con la profesión a la que dedicaría su vida.
“Hacíamos cubicaciones y al terminar mi carrera universitaria en el 1957, llegué a trabajar en las oficinas de Pedro Mercado, que me ayudó muchísimo. Incluso fui profesor auxiliar en la universidad de la materia de Estabilidad de la Construcción y también de Resistencia de Materiales”, refiere Bisonó.
Primeras obras
A partir del año 1961 llegó a constituir una primera constructora teniendo como socio a Luis Hasbún.
“Las obras públicas que se hacían en el país eran donaciones de la Asociación Interamericana de Desarrollo y muchas de ellas se sometían a concurso y así empezamos, ganando concursos de escuelas en Santiago, Puerto Plata, Barahona, La vega, y en otras provincias”, relató Bisonó al conversar en su oficina.
Dicho programa les permitió, igualmente, construir unas 4,000 viviendas para los jornaleros de la caña, cuyo costo por unidad era de mil pesos.
Impresiona a Balaguer
Estas obras allanaron el camino para que a partir de 1968, el director del Instituto Agrario, Carlos Ramón Domínguez, le solicitara la construcción de cincuenta casas en Azua.
Fue en el acto inaugural de dicho proyecto donde conoció al entonces presidente de la República, Joaquín Balaguer, quien según dice, se impresionó por el precio de las viviendas. “Me dijo que quería que le hiciera esas mismas casas en Santo Domingo y ahí nació el proyecto de Los Jardines del Norte. Muchas de esas casas todavía están ahí”.
Luego llegaron los apartamentos. Estos le costaban al Estado entre tres mil y tres mil quinientos pesos.
De esta relación primaria, se granjeó la confianza de Balaguer, sumándose otras iniciativas en La Fuerza Aérea, Los Trinitarios, la Charles de Gaulle y parte de la avenida 27 de Febrero.
Del extinto líder recuerda que le gustaba que no le dieran larga a las obras; lo define como buen pagador, aunque “lo que hacía era apretar los precios.
Pero tenía una libreta donde anotaba todo lo que le tenía que pagar a cada ingeniero”. Esa conducta, terminó por imitarla y todavía conserva una libreta y da seguimiento a cada iniciativa desarrollada bajo su marca.
Perfil
Lugar nacimiento:Navarrete
Fecha: 15 de abril de 1936
Padre: Vitelio Bisonó
Madre: Fidelia Genao
Estudios primarios: Instituto Iberia
Estudios superiores: UASD
Grado logrado: Ingeniero Civil.
Logro:
Se convirtió en uno de los promotores de viviendas económicas de mayor peso en el país.