La ofensiva diplomática occidental para arrancar una solución a la tensión sobre Ucrania se está topando con el muro ruso. Rusia insiste en las “líneas rojas” de su presidente, Vladímir Putin. Quiere respuestas a sus exigencias de que la OTAN se aleje de su patio trasero y prefiere negociar con Estados Unidos. Mientras, sigue acumulando tropas en el este de Europa, esta vez en Bielorrusia, donde ambos aliados realizarán maniobras conjuntas hasta el 20 de febrero.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, recibió ayer martes a su homóloga alemana, Annalena Baerbock, que un día antes visitó Kíev. Esta planteó dar un impulso al “cuarteto de Normandía”, el grupo informal que reúne a Ucrania y Rusia con la mediación de Alemania y Francia. Es el momento de “insuflar nueva vida” a este proceso, dijo en una rueda de prensa conjunta, “para progresar en los acuerdos de Minsk”, que en 2015 lograron congelar, aunque no solucionar, la guerra que desde 2014 mantiene Ucrania con los rebeldes prorrusos del Donbás apoyados por Rusia. El cuarteto no se reúne a máximo nivel (los líderes de los 4 países) desde la cumbre de París de 2019.
El Kremlin quiere respuestas “concretas” a sus demandas, le dice Lavrov a Blinken
El secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, también propuso ayer encuentros entre Rusia y los miembros de la Alianza Atlántica, con la intención de seguir las conversaciones de la semana pasada en Europa. Durante varios días diferentes delegaciones rusas mantuvieron contactos en Ginebra (con EE.UU.), Bruselas (con la OTAN) y en Viena (dentro de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, OSCE).
Pero Moscú no tiene prisa. Aunque los países occidentales ya dijeron que sus exigencias son inaceptables y los contactos de la semana pasada terminaron sin avance, quiere que los occidentales se pronuncien. “Esperamos las respuestas que se nos prometieron”, dijo Lavrov ante Baerbock.
Las demandas de Putin incluyen que la OTAN cese su actividad militar en el este de Europa, esto es, en territorio ucraniano, pero también en antiguos estados comunistas que hoy forman parte de la Alianza, como Polonia y las repúblicas bálticas. Moscú también quiere un compromiso jurídico, vinculante en forma de pacto, de que la OTAN no se ampliará en el futuro a costa de exrepúblicas soviéticas como Ucrania o Georgia.
En todos estos contactos, la prioridad de Moscú es mantener contacto con Washington, como ha indicado en varias ocasiones. De hecho, las palabras de Lavrov podrían tener una excepción.
El jefe de la diplomacia rusa mantuvo ayer una conversación telefónica con su homólogo estadounidense, Antony Blinken. Este “destacó la importancia de continuar el camino diplomático” y “reiteró el compromiso inquebrantable de EE.UU. son la soberanía e integridad territorial de Ucrania”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.
Lavrov, por su parte, insistió en que Rusia espera respuestas. Le pidió a Blinken “comentarios concretos, artículo por artículo” y “lo antes posible”, apuntó el Ministerio de Exteriores ruso.
El diario Kommersant aseguró que ambos acordaron reunirse el próximo viernes en Ginebra, aunque ninguna de las dos partes lo confirmó oficialmente.
Esta conversación telefónica se produjo poco antes de que Blinken iniciara un viaje que le llevará hoy miércoles a Kíev y mañana jueves a Berlín.
Estos movimientos diplomáticos intentan evitar un ataque de Rusia a Ucrania, como temen Kíev y sus socios occidentales ante la acumulación de unos 100.000 militares rusos cerca de la frontera ucraniana.
Moscú niega que tenga esos planes. Baerbock señaló que no había motivo para este despliegue, así que “es difícil no entender esto como una amenaza”. Lavrov respondió que quien está amenazada es Rusia, debido al acercamiento de la OTAN a sus fronteras y la colocación de armas estadounidenses en el este de Europa.
Pero ayer Rusia seguía moviendo a sus soldados. No precisó cuántas, pero envió tropas desde su región del Lejano Oriente al territorio de su aliada Bielorrusia, donde ambos ejércitos llevarán a cabo maniobras militares.
El Ministerio de Defensa bielorruso justificó los juegos de guerra por el “agravamiento” de las tensiones “en la frontera sur”, que la separa de Ucrania, “y occidental”, de Polonia, miembro de la OTAN. Alexánder Fomin, viceministro de Defensa ruso, dijo que quieren practicar una respuesta conjunta a amenazas externas.