El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, dijo en un evento en Tokio que se había “curado” a sí mismo de la homosexualidad con la ayuda de “mujeres hermosas”.
Duterte hizo estas declaraciones el 30 de mayo durante un discurso dirigido a un público de filipinos.
Durante el discurso, parte del cual fue compartido con los reporteros más tarde, al parecer también intentó insultar a Antonio Trillanes, senador y detractor prominente de las medidas enérgicas contra el narcotráfico que ha implementado Duterte, al decir que el legislador es homosexual.
En una declaración proporcionada por su vocera el 3 de junio, Trillanes dijo:
“Después de que admitió su pasado homosexual, estoy comenzando a tener dudas respecto a la verdadera naturaleza de la aparente obsesión de Duterte con mi persona”.
“También es posible que su faceta de líder autoritario sea solo una fachada”, comentó Trillanes. “Pero no importa, porque ese tipo de comentarios por parte de Duterte muestran la mente pervertida y enferma que tiene”.
En sus tres años como presidente, Duterte se ha hecho de una reputación por sus comentarios controvertidos, que a menudo describe como bromas. Con frecuencia ha hablado de la homosexualidad como un insulto, usándola para describir a los rebeldes comunistas, a los sacerdotes católicos y al exembajador de Estados Unidos en su país.
Sin embargo, Duterte también ha expresado otras opiniones que le dieron el apoyo de activistas filipinos defensores de los derechos de las personas homosexuales. Aunque se oponía al matrimonio igualitario en el pasado, ahora dice que lo apoya.
También ha criticado a la poderosa iglesia católica del país, pues ha dicho que un sacerdote abusó sexualmente de él cuando era adolescente.
La homosexualidad no está prohibida en Filipinas. Los filipinos homosexuales tienen relaciones abiertas y, aunque la iglesia católica desaprueba los matrimonios entre personas del mismo sexo, hay una secta cristiana que los realiza.
Algunos activistas filipinos defensores de los derechos de las personas homosexuales dicen que ya se acostumbraron a los arrebatos públicos de Duterte.
“Los comentarios de Duterte son resbalosos como el mercurio”, dijo Danton Remoto, dirigente de Ladlad, un partido político LGBT del país. “Su opinión depende de su público”.
Sin embargo, Rhadem Camlian Morados, cineasta y activista defensor de los derechos de las personas homosexuales, dijo que esta vez el presidente se pasó de la raya.
“Su broma sobre ser homosexual fue muy contraproducente y degradante, como si se necesitara ‘rezar para acabar con la homosexualidad’ o como si la homosexualidad fuera una enfermedad que debe curarse”, comentó Morados.
La Organización Mundial de la Salud dejó de clasificar la homosexualidad como un trastorno mental hace casi treinta años.
Duterte concluyó el evento de Tokio besando a varias mujeres del público en el escenario, una práctica por la que fue criticado el año pasado.