SANTO DOMINGO.-La falta de conciencia ciudadana, la inoperancia de la ley que establece sanciones, el asentamiento improvisado y la debilidad de la recogida de la basura en las riberas de los ríos Ozama e Isabela han sido factores influyentes en el mal manejo de los residuos sólidos.
Esta acción aumenta la proliferación de plagas y enfermedades en las zonas, lo que afecta no solo la salud de los ciudadanos, sino también que eleva los niveles de contaminación de esos afluentes.
Estos, a través del movimiento de sus aguas, arrastran un gran cúmulo de basura que desemboca en las costas del mar Caribe, formando islas de plásticos.
Génesis del problema
Los ríos Ozama e Isabela se convierten en vertederos de varios sectores en los que residen más de 40 mil familias.
En sus entornos se encuentran La Ciénaga, Los Guandules, Gualey, Las Cañitas, ensanche Simón Bolívar, Capotillo, La Zurza, ensanche Isabela, Los Tres Brazos, El Petrolee, detrás de la avenida Venezuela, barrio La Isla, B Oxígeno, debajo del ensanche Ozama, y Molinuevo.
Foco contaminación
“El río Ozama ha sido nuestra salvación, cada vez que tenemos mucha basura nos libramos de ella con solo lanzarla al río”, dice Helena Valdez, de 40 años, quien reside en Los Guandules.
La señora, quien lleva más de cinco años en ese sector, señala que el río no solo se convierte en su mejor aliado para arrastrar la basura, sino también que aleja las heces fecales de los cientos de familias que no cuentan con baños.
Cesariana Reyes, de 34 años, con 10 años en el lugar, expresa que constantemente se ven afectados de salud. “Aquí hay muchos mosquitos y ratones. La gente no se sana de enfermedades de la piel, conjuntivitis, gripe y dolores en el cuerpo”, enfatizó.
De su lado, Juan Ramón Monción, de 63 años, con 40 residiendo en esa zona vulnerable, expresó que el hedor que emana del río es insoportable, por lo que los moradores se ven obligados a permanecer en el interior de sus pequeñas viviendas construidas de hojalata.
Ese estilo de vida es un patrón que se repite en los diferentes sectores que componen esos asentamientos urbanos.
Vivienda cotidiana
El mal manejo de los desechos sólidos ha provocado un alto nivel de sedimentación, lo que lleva a la colonización de plantas y disminución de los afluentes, situación que se convierte en trampas naturales para acumular basura y agua, con el riesgo del contagio de enfermedades en la zona.
Durante un recorrido por los ríos Ozama e Isabela, el equipo de EL DÍA observó no solo los vertederos improvisados dentro del agua, sino también diversos criaderos de cerdos construidos sobre basuras plásticas, cartones, madera y gomas justo al lado de las cientos de casas levantadas de zinc.
Estos espacios también son utilizados por niños de manera inconsciente para realizar sus actividades recreativas.
Visión ambiental
El director ejecutivo de la Fundación de Grupo Desde el Medio, Iván Gómez, precisó que se debe concienciar a la población para disminuir el uso de plásticos. Otras acciones que propuso son establecer impuestos y sanciones a quienes viertan desechos y fomentar la cultura del reciclaje para convertir los residuos sólidos en materia prima para la producción.
“Ese es un mercado que debe ser explotado y así libraremos los ríos”, dijo el activista medioambiental.
Por otro lado, lamentó que en los puestos de comida rápida aun se utilicen recipientes tipo ‘fon’, el cual señaló es un material altamente dañino y además que no es útil para ser reutilizado.
—1— Espacio
El río Ozama es considerado el cuarto más importante del país, su longitud es de 148 kilómetros.
—2— Luces
En la zona varias fundaciones realizan limpieza de los ríos e incentivan a los moradores a reciclar a través de programas del intercambio de alimento por plásticos.
Rescate ríos
— Acciones
El ambientalista Luis Carvajal señala que eliminar el foco de la contaminación de los ríos Ozamae Isabela tomará más de 20 años al Estado.
Entiende necesario concluir la construcción de una planta de tratamiento, mejor gestión de recogida de desechos con la participación de la población y recuperar el bosque de gadería.
(Para esto las familias de la orilla de los ríos deben ser reubicadas).