Islandia dejará de cazar ballenas a partir de 2024, pues los grandes cetáceos, que fueron pilar de la supervivencia de su población por muchos siglos, ya no implican una actividad rentable. La ministra de Pesca, Svandís Svavarsdóttir, del Partido Verde, aseguró que la caza ya no trae beneficios apreciables, y que una vez que expiren las regulaciones gubernamentales a fines de 2023, las licencias de las empresas ya no se renovarán
“Ahora hay poca justificación para autorizar la caza de ballenas más allá de 2023”, escribió Svavarsdóttir en el diario Morgunsbladid, y recordó que cuando Reykjavik decidió poner fin a la moratoria internacional vigente desde 1986 en 2006, año tras año quedó claro que no se trataba más de una actividad importante Islandia, que tiene una economía altamente diversificada y rentable
El consumo de carne de ballena también está en declive en Japón -uno de los tres países junto con Islandia y Noruega que se dedican a la pesca comercial de cetáceos y el principal mercado de exportación de la isla-, mientras que los costos económicos van de la mano de los morales, por una actividad considerada peligrosa para el ecosistema oceánico.
Islandia fue denunciada por la caza de ballenas azules.
La zona de prohibición de pesca alrededor de la isla se amplió y los balleneros se ven obligados a viajar cada vez más lejos, hasta una altitud máxima permitida de 219 y 217 ballenas minke
El distanciamiento y las dificultades económicas ligadas al Covid-19 dieron el golpe de gracia y en todo 2021 solo se cazó un ejemplar.
Cuando Reikiavik termine con la caza, los grandes cetáceos sólo tendrán que temer por tanto a los balleneros de Japón y Noruega, que junto a Islandia mataron 40.000 ejemplares desde 1986, a pesar de la moratoria.
Tokio, después de haber burlado durante años la moratoria impuesta desde 1986 por la Comisión Ballenera Internacional (Iwc), al declarar cazar cetáceos con fines “científicos”, desencadenando batallas en el mar cada año con barcos de Greenpeace, desde 2018 salió de la Iwc y sin demasiadas pretensiones retomó la caza abiertamente comercial
Archivo) El ballenero japonés Yushin Maru tratando de cazar un ejemplar en el Océano Antártico, cerca de Australia. (EFE/Archivo)
Pero quizás Oslo lo haya hecho peor: según la web World Population Review, los balleneros noruegos desde 1993 mataron más ejemplares de los permitidos por las cuotas que concede la ICW a los países que no quieren observar las moratorias y en 2019 habrían matado más que los japoneses.
También hay otros países que cazan ballenas, aunque sólo sea para consumo interno: Estados Unidos, donde las comunidades de Alaska cazan y consumen algunos ejemplares cada año, y Dinamarca, donde ocurre lo mismo en las provincias autónomas de las Islas Feroe y de Groenlandia.
Fuente: ANSA