Había en Manhattan dos hombres que anhelaban lo mismo: validación. Uno era un joven y audaz desarrollador inmobiliario que buscaba ponerle su sello a Manhattan, el otro un desacreditado hombre de Estado entrado en años que se empeñaba en limpiar su nombre.

Así es como un Donald Trump treintañero y un Richard Nixon septuagenario iniciaron una correspondencia obsequiosa que duró una década en los 80 y pasó del fútbol y las propiedades a Vietnam y la estrategia mediática.

Las cartas entre presidentes pasados y futuros, reveladas por primera vez en una exposición que se inaugura el jueves en la Biblioteca y Museo Presidencial Richard Nixon, muestran que ambos se embarcaron en algo parecido a un ejercicio de mutua afirmación. El museo compartió las cartas en exclusiva con The Associated Press antes de la inauguración de la muestra.

“Creo que usted es uno de los grandes hombres de este país y fue un honor pasar una velada con usted”, le escribe Trump a Nixon en junio de 1982, menos de ocho años después de que Nixon renunciara a la presidencia durante el escándalo de Watergate. Ambos habían sido vistos juntos en el club nocturno “21” y Trump le escribía a Nixon para agradecerle que le enviara una foto.

El secretario de Estado Mike Pompeo recorre la muestra del intercambio de cartas entre Trump y Nixon. Foto AP

El secretario de Estado Mike Pompeo recorre la muestra del intercambio de cartas entre Trump y Nixon. Foto AP

El siguiente otoño, es Nixon el que se pone en contacto.

“Permítame tener la impertinencia de ofrecerle un consejito gratuito (¡que, dicho sea de paso, vale exactamente lo que cuesta!)”, le escribe Nixon a Trump. Nixon, que había jugado al fútbol americano en la universidad y nunca perdió el amor por ese deporte, luego se explaya sobre la forma en que Trump debería manejar el equipo de fútbol de los New Jersey Generals que había comprado hacía poco y que se retiraría en 1986. (Nixon incluyó abundantes comentarios sobre los subestimados defensores, su antigua posición).

Trump, por su parte, reconoce sin complejos uno de sus objetivos en la relación: “Una de mis grandes aspiraciones es tener a los Nixon como habitantes de la Trump Tower”, escribe ese octubre.

Pero, después que los Nixon recorrieran el emblemático desarrollo de Trump en la Quinta Avenida, el ex presidente escribió que su mujer “estaba tan impresionada como yo pero piensa que en este momento no debería encarar el calvario de una mudanza”. Ella había sufrido un leve accidente cerebrovascular ese agosto.

Así transcurría el intercambio de “Querido Donald” y “Querido Sr. Presidente”.

Parecidos

Trump, poniendo su habitual sello de autoelogio en la correspondencia, dijo poco después de las elecciones de 2016 que no conocía a Nixon “pero él me escribía cartas. Fue muy interesante. Siempre quiso que yo fuera candidato a un cargo político”.

¿Qué motivaba la correspondencia entre un hombre joven en busca de un futuro brillante y un ex presidente con un pasado oscuro? El experto en Nixon Luke Nichter, profesor de la Universidad Texas A&M-Central Texas, dice que ambos “veían algo parecido en el otro… esa fortaleza, ese coraje, incluso ser apaleados y recuperarse”.

Mike Pompeo recorre la sala. Foto AP

Mike Pompeo recorre la sala. Foto AP

A la edad de Trump, dice Nichter, “no puedo imaginar cómo era el intento de de hacerse amigo de un ex presidente. Creo que, de algún modo, pudieron sacar adelante la relación y que uno satisfacía una necesidad del otro”.

Las cartas no tenían que viajar muy lejos mientras cruzaban Manhattan de un lado a otro: Trump escribía desde su oficina en la Trump Tower; Nixon desde la suya en Federal Plaza, a unos 6 kilómetros de distancia.

Ambos intimaron por temas que tienen resonancia hoy: una común desconfianza de los medios, el deseo de maximizar su rating televisivo, la idea de usar a las personas como “puntales” y más.

Con respecto al potencial de difusión de los Generals, Nixon le dice a Trump: “Las personas de los palcos, aparte de lo que pagan por las entradas, son puntales indispensables para la transmisión televisiva, que en el futuro es donde está la plata de verdad”.

Era una lección de peso de un antiguo presidente a uno futuro que inflaría sin vergüenza su reputación de magnate a lo largo de catorce temporadas de “El aprendiz” y más tarde convertiría su presidencia en su propio reality show.

Con la prensa

Los dos se compadecerían mutuamente por su común desconfianza de la prensa. En 1990, Nixon se contactó con Trump cuando las operaciones comerciales del desarrollador se iban a pique y no podía pagar las cuentas, y le escribió: “Querido Donald: ¡No sé nada de las complejidades de tus empresas pero el gigantesco ataque de los medios contra ti me pone de tu lado!” Aun ahora, Trump nunca deja pasar una queja contra la prensa sin comunicarla públicamente: sus tensas relaciones con los medios no han sido superadas por Nixon ni por otros presidentes.

Sea lo que fuere lo que unía a estos dos hombres en una amistad, sus cartas son una especie de test de Rorschach para los lectores.

John Dean, alguien versado en la personalidad de Nixon después de ser su asesor legal en la Casa Blanca durante los años del Watergate, considera que su antiguo jefe y Trump captan “las ondas de la personalidad del otro” en sus cartas.

“Son dos personalidades autoritarias que tienen una afinidad natural entre sí”, señaló Dean, que ayudó a poner al descubierto el escándalo Watergate y es un feroz crítico de Trump.

El republicano Newt Gingrich, que conoce a ambos, dice que Trump quizá haya aprendido algo de política exterior escuchando a Nixon, pero sospecha que al joven desarrollador también simplemente le gustaba la idea de conocer a una figura histórica.

“Para Trump, el que un Nixon le prestara atención era más una validación personal de que estaba llegando a ser alguien”, dijo Gingrich.

Jim Byron, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Richard Nixon, dijo que, durante dos años de investigación, las cartas estuvieron en archivos de la biblioteca que comprenden 46 millones de páginas de materiales, 300.000 fotografías y 610.000 metros de películas. Son la pieza central de una muestra — The Presidents Club: From Adams and Jefferson to Nixon and Trump — que también incluye correspondencia entre otros cinco pares de presidentes.

Sólo una de las cartas entre Trump y Nixon era muy conocida antes: una nota de dos oraciones de diciembre de 1987 que escribe Nixon después que su esposa viera a Trump en el programa de entrevistas de Phil Donahue. Pat Nixon opinaba que Trump había estado “genial”, escribe Nixon.

“Como te puedes imaginar, ella es experta en política y pronostica que, cuando te decidas a competir por un cargo, ¡vas a ser un ganador!” agrega Nixon.

La ultima carta

Trump, siempre dispuesto a la adulación, hizo enmarcar la carta y la colgó en su oficina de la Trump Tower. La Casa Blanca no respondió preguntas sobre si Trump exhibe ahora la carta en algún lugar.

La última carta de la serie Trump-Nixon está fechada el 26 de enero de 1993. Trump le escribe a Nixon no mucho después de que este cumpliera 80 años para agradecerle una foto de cumpleaños y dice: “Usted es un gran hombre y siempre he tenido y tendré el mayor respeto y admiración por usted. Estoy orgulloso de conocerlo”. Nixon murió en abril de 1994; Trump no asistió a su entierro.

En cuanto a los comentarios públicos de Trump sobre Nixon, a través de los años aquel pasó de un extremo a otro.

Se hizo eco de algunos de los temas oscuros de Nixon durante su campaña 2016 y actualmente está adaptando la estrategia de la “mayoría silenciosa” de Nixon para su campaña de reelección. Antes de la convención republicana de 2016, Trump habló elogiosamente de las duras tácticas y discursos de Nixon.

Sin embargo, el año pasado, durante la saga de su impeachment, Trump trazó una distinción con Nixon, que renunció para evitar ser sometido a juicio político “Él se fue. Yo no me voy. Una gran diferencia”, dijo Trump.

La Casa Blanca no aceptó comunicar los comentarios de Trump sobre las cartas que ahora se han dado a conocer.

El historiador Nichter dice que las misivas revelan una dimensión personal sorprendentemente rica de la relación entre Trump y Nixon y añaden “una pieza más al rompecabezas” que busca descifrarlos.

Byron las considera “un aporte invalorable al grupo en constante evolución que conocemos como el club de los presidentes”. Y ante el desinterés de Trump por recibir consejos de sus antecesores, dice Byron, las cartas revelan “la relación quizá mejor documentada que nuestro actual presidente tiene con un predecesor”.

En cuanto a lo que el pueblo estadounidense debe concluir sobre el intercambio, Byron no se expide: “Les dejaremos eso a los historiadores, los académicos y los usuarios de los medios sociales, quienes, estoy seguro, van a tener una o dos cosas que decir”.

Nancy Benac. Agencia AP