“La cerveza no se compra, se alquila”. Y el coste añadido de alquilarla es la resaca. Eso decía un profesor de biología. Pero, ¿cómo afecta realmente el alcohol nuestro cuerpo y cerebro, y cuánto sabemos de las resacas?

El alcohol se metaboliza en el hígado mediante la enzima alcohol deshidrogenasa. Al descomponerse, el etanol forma acetaldehído, una sustancia química tóxica que el organismo debe eliminar antes de que empiece a causar daños graves.

Los estudios han demostrado que los síntomas de la resaca alcanzan su punto máximo cerca del momento en el que todo el alcohol se ha convertido en acetaldehído. Es aquí cuando el contenido de alcohol en la sangre vuelve a cero.

Pero no sólo el alcohol contribuye a la resaca: también intervienen otros compuestos de las bebidas alcohólicas, como los sulfitos, especialmente comunes en las bebidas más oscuras, como los vinos tintos y los whiskys.

Los síntomas de la resaca y sus causas

El alcohol afecta múltiples sistemas del organismo, lo que explica los numerosos síntomas de la resaca. Esto es lo que sabemos:

Deshidratación: el alcohol es diurético, lo que significa que aumenta la micción. El alcohol suprime la liberación de vasopresina, una hormona que indica a los riñones que retengan líquidos. Esta pérdida de líquido provoca una deshidratación leve que contribuye a los dolores de cabeza y la fatiga.

Dolor de cabeza: los dolores de cabeza son un elemento básico de las resacas. Una de las razones es la deshidratación leve, causada por un pequeño encogimiento del cerebro debido a la pérdida de agua. En segundo lugar, el alcohol es un vasodilatador, lo que significa que puede desencadenar ataques de migraña en personas propensas a ellos.

Náuseas: El alcohol irrita el revestimiento del estómago y aumenta la liberación de ácido estomacal, lo que provoca náuseas y malestar estomacal.

Fatiga: Además de trasnochar, el consumo de alcohol provoca un sueño fragmentado e interrumpido, lo que produce cansancio e irritabilidad al día siguiente. Además, el alcohol aumenta la inflamación general del organismo, provocada por una respuesta inmunitaria general para eliminar las sustancias químicas nocivas. Esto contribuye al malestar general que se puede sentir cuando se tiene resaca, como cuando se está enfermo.

Las peores resacas podrían tener un origen genético

Es obvio que beber más alcohol provoca peores resacas, pero nunca es tan sencillo. La experiencia de las personas con la resaca es muy variada: algunas la padecen peor que otras, y también con menos alcohol.

Una de las razones podrían ser los genes. Los estudios han demostrado que muchas personas metabolizan peor el alcohol en el hígado debido a variaciones genéticas. Las culpables son dos enzimas importantes para descomponer el etanol: alcohol deshidrogenasa y aldehído deshidrogenasa.

De hecho, alrededor del 45% de la gravedad de la resaca se debe a variaciones hereditarias en los genes que codifican estas enzimas. Las variaciones genéticas que provocan sensibilidad al alcohol y resaca son especialmente frecuentes en personas de ascendencia asiática. Por otro lado, entre el 10 y 20% de los bebedores afirman no tener resaca, incluso después de consumir grandes cantidades de alcohol. O puden fingir mejor que están sanos, o su hígado es más eficaz a la hora de descomponer el alcohol.

No hay verdaderos remedios probados contra la resaca

Existen muchas curas populares que incluyen huevos crudos, café, sexo o mezclas isotónicas, pero ninguna de ellas es una cura definitiva para la resaca. Lo único que hacen es reponer los nutrientes, líquidos y endorfinas perdidos durante la resaca. Claro que son reconstituyentes, pero no van a hacer que la resaca desaparezca por arte de magia.

Pero un estudio ha descubierto que una forma eficaz de acelerar la recuperación es defecar. La razón es que el etanol permanece en el estómago y los intestinos durante mucho tiempo tras su consumo, desde donde sigue siendo absorbido por el torrente sanguíneo. Los autores del estudio llaman a esto “beber intestinalmente”.

El intestino absorbe el etanol más rápido de lo que el hígado puede metabolizarlo, lo que significa que defecar es una forma eficaz de evacuar el etanol del intestino que aún no ha sido absorbido por la sangre.

Pero la mejor manera de evitar la resaca es simplemente tener un día sano, acostarse temprano y dejar el alcohol.

(jov/ers)