Grupos activistas han acusado al ejército birmano de incendiar pueblos y disparar a civiles musulmanes rohingyas como parte de una campaña contra los insurgentes en el estado de Rakhine.
La violencia ha llevado a miles de musulmanes rohingyas huyendo hacia Bangladesh por seguridad, junto con un éxodo más pequeño de budistas étnicos de Rakhine, donde se enfrentan al creciente peligro de enfermedad y los intentos de las autoridades de Bangladesh de enviarlos a casa.
El gobierno birmano ha culpado a los insurrectos rohingya por la violencia, incluido el incendio provocado. Los insurgentes lanzaron ataques coordinados la semana pasada contra las patrullas de la policía, con el gobierno dando un número de muertos oficial de 96, aunque el número real es probable que sea mayor.