Cuando el mundo mira hacia Estados Unidos ve una tierra de excepciones: una democracia de eficacia probada, aunque ruidosa; un defensor de la política exterior; un exportador de música y películas que todos aman.

Sin embargo, hay una peculiaridad que desconcierta a los seguidores y críticos de Estados Unidos por igual: ¿por qué suceden tantos tiroteos masivos?

Quizá, especulan algunos, se debe a que la sociedad estadounidense es extraordinariamente violenta. O sus divisiones raciales han desgastado los lazos de la sociedad. O sus ciudadanos carecen de la atención mental adecuada en un sistema de salud que suele ser criticado en el extranjero.

Estas explicaciones tienen una cosa en común: aunque parecieran sensatas, todas han sido desmentidas por las investigaciones de los tiroteos que se han efectuado en otras partes del mundo. En cambio, un grupo de investigadores cada vez mayor llega —una y otra vez— a la misma conclusión.La única variable que puede explicar el alto índice de tiroteos masivos en Estados Unidos es la cantidad estratosférica de armas.

Qué explica los tiroteos masivos

Las cantidades sugieren una correlación que, a mayor investigación, solo se hace más clara. Los estadounidenses constituyen alrededor del 4,4 por ciento de la población mundial pero tienen en su propiedad el 42 por ciento de las armas del mundo. De 1966 a 2012, un 31 por ciento de los tiradores que dispararon contra las masas en todo el mundo fueron estadounidenses, según un estudio de 2015 de Adam Lankford, catedrático de la Universidad de Alabama.

Con ajustes por población, solo Yemen tiene una tasa más elevada de tiroteos masivos entre los países con más de 10 millones de habitantes; una distinción en la que Lankford exhortó a evitar anomalías. Yemen tiene el segundo índice más elevado del mundo de propiedad de armas después de Estados Unidos.

En todo el mundo, según descubrió Lankford, el índice de propiedad de armas de un país se correlaciona con las probabilidades de que suceda un tiroteo masivo. Esta relación se mantuvo uniforme cuando se excluyó a Estados Unidos, lo cual indica que no se podría explicar mediante ningún otro factor específico de su país natal. Y se mantuvo cuando controló los índices de homicidio, lo cual sugiere que los tiroteos masivos se explicaban mejor por el acceso a las armas que por su nivel de violencia.

Qué no lo hace: la delincuencia, la raza o la salud mental

Si la salud mental hiciera la diferencia, entonces los datos demostrarían que los estadounidenses tienen más problemas de salud mental que la gente en los países donde hay menos tiroteos masivos. No obstante, la tasa de gasto en servicios de salud mental en Estados Unidos, la cantidad de profesionales que proveen servicios de salud mental por habitante, así como el índice de trastornos mentales serios concuerdan con los de otros países ricos.

Un estudio de 2015 calculó que solo el cuatro por ciento de las muertes provocadas por armas de fuego en Estados Unidos se podían atribuir a problemas de salud mental. Además, en un correo electrónico, Lankford comentó que los países con índices de homicidio elevados tendían a tener índices bajos de tiroteos masivos; lo opuesto de lo que uno habría esperado si los problemas de salud mental estuvieran correlacionados con los tiroteos masivos.

El hecho de que la población juegue menos o más videojuegos tampoco parece tener ningún impacto. Los estadounidenses no parecen más propensos a jugar videojuegos que la gente de cualquier otro país desarrollado.

La diversidad racial u otros factores relacionados con la cohesión social tienen poca relación con las muertes ocasionadas por armas de fuego. Entre los países europeos, hay poca asociación entre la migración u otras métricas de diversidad y los índices de homicidios con armas de fuego o los tiroteos masivos.

Un país violento

El índice de homicidios por arma de fuego en Estados Unidos era de 33 por cada millón de personas en 2009, lo cual excede por mucho el promedio de los países desarrollados. En Canadá y el Reino Unido era de 5 y 0,7 por cada millón de personas, respectivamente, lo cual también se correlaciona con las diferencias en la propiedad de armas de fuego.

Algunas veces, los estadounidenses ven esto como una expresión de problemas más profundos con la delincuencia, una idea arraigada, en parte, debido a una serie de películas que retratan la violencia de las pandillas urbanas a principios de los noventa.

Sin embargo, Estados Unidos en realidad no es más propenso a la delincuencia que otros países desarrollados, según un estudio históricoque llevaron a cabo en 1999 los investigadores Franklin E. Zimring y Gordon Hawkins de la Universidad de California, en Berkeley.

En cambio, descubrieron, en datos que desde entonces se han confirmado repetidamente, que la delincuencia en Estados Unidos es sencillamente más mortífera. Un neoyorquino tiene la misma probabilidad de sufrir un asalto que un londinense, por ejemplo, pero el neoyorquino tiene 54 veces más probabilidades de perder la vida en el proceso.

Concluyeron que la discrepancia, al igual que muchas otras anomalías de la violencia estadounidense, se debía a las armas de fuego. Poseer más armas de fuego se relaciona con más homicidios con armas de fuego casi en cada eje: entre los países desarrollados, entre los estados estadounidenses, entre los poblados y ciudades estadounidenses y cuando se controlan por índices delincuenciales. La legislación del control de armas tiende a reducir los homicidios por armas de fuego, según un análisis reciente de 130 estudios en 10 países.

Esto sugiere que las armas por sí mismas ocasionan la violencia.