Un gobierno que renuncia en pleno por no poder implementar una de sus políticas no es algo que se ve todos los días.
Pero eso fue lo que hizo todo el gabinete de gobierno de Finlandia este viernes, luego de fracasar en sus intentos de reformar el sistema de salud y bienestar social del país.
El anuncio fue hecho por el propio primer ministro, Juha Sipila, quien se declaró “tremendamente decepcionado” por no haberlo logrado.
Su gobierno, sin embargo, permanecerá en el poder de forma interina hasta que se celebren las elecciones que ya estaban previstas para el mes de abril.
El generoso sistema de protección social de Finlandia sufre fuertes presiones financieras como resultado del envejecimiento de su población, pero los planes para reformarlo siguen causando controversia.
Algunos de los adversarios políticos de Sipila han criticado la decisión de su gobernante Partido de Centro de renunciar cuando solamente faltan algunas semanas para los comicios.
Pero Antti Kaikkonen, uno de sus miembros, defendió la decisión, que se tomó luego de que quedó claro que el partido no iba a conseguir su objetivo.
“Si alguien pregunta qué es la responsabilidad política, yo le diría que este es un ejemplo”, escribió en Twitter.
Sipila, un antiguo emprendedor que se hizo millonario invirtiendo en tecnologías de la información antes de entrar a la política, ya había dicho que se planteaba renunciar si no lograba la reforma.
Con sus planes, el gobierno esperaba ahorrar unos 3.000 millones de euros durante la próxima década.
¿Cuál es el problema de salud de Finlandia?
Como sucede en muchas otras naciones desarrolladas, Finlandia tiene una población que está envejeciendo.
Y esto pone en duda la sostenibilidad de su actual sistema de seguridad social.
Como un número cada vez mayor de personas se jubila, el costo de las pensiones y asistencia en salud también aumenta.
Pero esos costos se financian con los impuestos pagados por una población trabajadora que proporcionalmente es mucho menor que en el pasado.
En 2018, los mayores de 65 años ya equivalían al 21,4% de la población finlandesa, el cuarto porcentaje más alto después de Alemania, Portugal, Grecia e Italia, según cifras de Eurostat.
Y el sistema de bienestar social de Finlandia también es muy generoso, lo que lo hace relativamente caro.
En ese contexto, la propuesta del gobierno de Sipila incluía centralizar los servicios de salud a nivel regional y permitir el ingreso al sistema de compañías privadas.