El arsénico es tóxico para casi todas las formas de vida, pero ahora los investigadores de la Universidad de Washington han descubierto que algunos microbios en el Océano Pacífico no solo toleran el material, sino que lo respiran activamente. El descubrimiento tiene implicaciones en la forma en que la vida se puede adaptar a un clima cambiante, así como en el lugar donde podríamos encontrarlo en otros planetas.

El oxígeno juega un papel vital en cada célula de tu cuerpo, así como en los cuerpos de muchos otros organismos. Lo usamos para cambiar químicamente los alimentos que ingerimos y los líquidos que bebemos para convertirlos en energía que luego potencia todas las otras funciones del cuerpo.

Pero en ambientes donde no hay mucho oxígeno de sobra, algunas criaturas astutas han evolucionado para utilizar otros elementos, generalmente nitrógeno o azufre. En este caso, ese ambiente era una parte particular del océano. “En algunas partes del océano hay un sándwich de agua donde no hay oxígeno medible”, dice Gabrielle Rocap, coautora del estudio.

“Los microbios en estas regiones tienen que usar otros elementos que actúan como aceptadores de electrones para extraer energía de los alimentos”.

El descubrimiento se realizó en muestras de agua recolectadas en el Océano Pacífico frente a la costa de México. Después de realizar análisis genéticos en el ADN de esas muestras, el equipo encontró dos vías genéticas que se sabe que ayudan a los organismos a ganar energía al convertir una forma de molécula de arsénico en otra, y luego otra vez. Los microbios que respiran arsénico se han encontrado previamente en aguas termales o lagos con altos niveles de arsénico, pero encontrarlos en el océano, donde no hay mucho arsénico, es bastante extraño.

“Hemos sabido durante mucho tiempo que hay niveles muy bajos de arsénico en el océano”, dice Rocap. “Pero la idea de que los organismos podrían estar usando arsénico para ganarse la vida es un metabolismo completamente nuevo para el océano abierto”.

Dicho esto, parece ser una población muy pequeña: menos del uno por ciento de los microbios en estas aguas. Parecen estar relacionados de manera distante con las otras especies que respiran arsénico en la tierra y en los lagos, lo que puede sugerir que esta estrategia de supervivencia es un remanente de un tiempo antiguo, cuando los niveles de arsénico eran naturalmente mucho más altos.