El operativo para detener a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín el Chapo Guzmán, fue fallido, deficiente y precipitado, admitieron Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional y el titular de Seguridad, Alfonso Durazo.

“El grupo responsable de esta acción policiaca, en su afán de obtener resultados positivos, actuó de manera precipitada“, con deficiente planeación, así como falta de previsión sobre las consecuencias de la intervención, omitiendo además obtener el consenso de sus superiores, es decir, del Gabinete de Seguridad”, aunque nada fue improvisado, aseguró Cresencio Sandoval.

“Los efectos negativos de esta acción precipitada y mal planeada tuvieron consecuencias en la población civil”, reconoció.

Alfonso Durazo, secretario de Seguridad, indicó que formalmente no hubo una detención contra el hijo de Chapo y que la detención del operativo no involucró ninguna negociación.

“El gobierno no está dispuesto a negociar con integrantes de organizaciones criminales”, afirmó.

Durazo explicó que el personal que participó en el operativo tomó el control del inmueble en el que se encontraban cuatro personas, uno de ellos Ovidio Guzmán Loera, sin embargo, “al verse rodeados por una fuerza mayor y todo el despliegue de agresión contra la población civil, y el hecho de no haber recibido oportunamente la orden de cateo, se ordenó al personal abandonar el inmueble”.

Sostuvo que la orden de aprehensión no llegó con la oportunidad que habría sido planeada con el diseño del operativo y eso llevó a modificar las decisiones finales.