Nigeria, primera potencia económica africana y país más poblado del continente (190 millones de habitantes), celebra elecciones presidenciales y legislativas este sábado en un ambiente de alta tensión. Varias explosiones y tiroteos atribuidos al grupo yihadista Boko Haram en el noreste de Nigeria han marcado la apertura de la jornada, pero en el resto del país los nigerianos empezaron a votar puntualmente.

De los 73 candidatos que estarán en las papeletas tan solo dos, el actual mandatario, Muhamadu Buhari, y el líder opositor Atiku Abubakar, llegan con opciones reales de ocupar el sillón presidencial los próximos cuatro años, pero el retraso in extremis de los comicios la semana pasada y la posibilidad de unos resultados muy ajustados hacen temer un escenario de violencia.

La sorpresa saltó durante la madrugada del sábado pasado cuando, tan solo cinco horas antes de la apertura de las urnas, el presidente de la Comisión Electoral Nacional Independiente (INEC), Mahmoud Yakubu, decidió aplazarlas una semana. No es la primera vez que ocurre en Nigeria, pero sí con tan poca antelación, lo que ha provocado un coste millonario a los ciudadanos, dados los grandes desplazamientos para votar, y al país, estimado en unos 1.300 millones de euros, según la Cámara de Comercio de Lagos, debido a la paralización de buena parte de la actividad económica. Yakubu ha prometido que este sábado sí habrá comicios.