Lo de ayer parecía un desembarco, el rescate humanitario de un Estado fallido. El jefe del Gobierno francés, Édouard Philippe, y cinco de sus ministros no tuvieron que viajar muy lejos para su misión, apenas una decena de kilómetros desde sus despachos. En la periferia noreste de París, lindante con la capital, se halla el departamento de Sena-Saint-Denis, el más pobre de la Francia metropolitana: 1,6 millones de personas con problemas sociales endémicos muy graves.
Quienes aterrizan en el aeropuerto Roissy-Charles de Gaulle y se dirigen al centro de París en los trenes de cercanías pueden hacerse ya una idea del entorno arquitectónico y humano de los barrios populares que atraviesa. Tiene muy poco que ver con el mítico glamur asociado a París, y peor todavía en una jornada gris y lluviosa de otoño. La pobreza se ve y hasta se huele en los vetustos vagones de la línea RER-B y en las estaciones.
Estos arrabales de la gran urbe no son, sin embargo, lugares sin historia. Todo lo contrario. En la catedral de Saint-Denis, por ejemplo, están enterrados 43 reyes y 32 reinas de Francia entre los siglos VII y XIX. Potente simbolismo. Este municipio, gobernado ininterrumpidamente por los comunistas desde la II Guerra Mundial, fue conocido como la petite Espagne , por la fuerte presencia de exiliados e inmigrantes españoles. Luego el mestizaje se fue haciendo más intenso: italianos, portugueses, magrebíes, subsaharianos, turcos, chinos…
Plan de choque
El Gobierno promete más policías y maestros, y mejorar sanidad y vivienda
Philippe se desplazó a Bobigny, otra de las localidades del departamento, donde fue recibido con protestas sindicales. Le acompañaban los ministros del Interior, de Justicia, de Educación, de Sanidad y de Vivienda. Allí anunció 23 medidas, un auténtico plan de choque para los próximos diez años. El primer ministro reconoció que Sena-Saint-Denis padece “dificultades fuera de lo común”, si bien también destacó lo excepcional de su historia y de la diversidad humana que habita en el territorio.
Entre la batería de medidas destaca una muy singular: para “fidelizar” a los funcionarios del Estado que trabajan en el departamento, se les pagará una prima de 10.000 euros si permanecen más allá de los cinco años. Uno de los problemas actuales es que muchos policías y maestros que no son originarios del lugar quieren marcharse lo antes posible porque no pueden soportar la degradación del ambiente.
Philippe anunció una mayor dotación de fuerzas del orden, la mejora de las comisarías y más magistrados y personal de la administración de justicia. Sena-Saint-Denis, como otras zonas conflictivas en las periferias de las grandes ciudades, registra altos niveles de delincuencia relacionada con el tráfico de estupefacientes y la trata de personas.