Durante la última semana, dominicanos y aliados han inundado las calles, tanto en el continente como en la diáspora (incluyendo Nueva York, Filadelfia, Madrid, Miami y más), para alzar una voz colectiva a favor de la democracia. Una democracia que consideran sitiada tras el fracaso electoral que se desarrolló descuidadamente el 16 de febrero.
Aún así, es importante tener en cuenta que, como suele ser el caso, esa situación particular sirvió más como un empujón al límite que como un motivo único para las manifestaciones organizadas. De hecho, muchos ciudadanos consideraron que la forma en que se suspendieron las elecciones, y la falta de comunicación clara que siguió, fueron signos de una falta de respeto evidente.
“Estoy aquí porque merezco una explicación”, dice un manifestante. “Yo no soy una burla del sistema”.