PARÍS, Francia. ¿El presidente Emmanuel Macron es homosexual? ¿Es cierto que recientemente su esposa Brigitte le exigió a gritos a terminar con las “pendejadas” políticas? ¿Por qué numerosos políticos se niegan a ingresar a su gobierno? ¿Le están perdiendo el respeto?

El vendaval de rumores, acusaciones y fake news que se abatió en los últimos sobre el Palacio del Elíseo comienza a parasitar la acción política de Macron y a crear un clima de profundo malestar en Francia.

Desde que asumió el poder, los franceses le reprochan su “arrogancia”, su “desconexión de la vida de la gente” y lo califican de “presidente de los ricos”, mientras que la prensa critica ácidamente su actitud “jupiteriana” de gobernar.

Al derrumbe de su popularidad (30% de opiniones favorables), con una economía a media asta y las consecuencias que dejó el llamado “escándalo Benalla” (por el nombre del exresponsable de seguridad filmado agrediendo a manifestantes), esta semana se agregaron las dificultades para concretar una reorganización de gabinete necesaria después de la crisis abierta por el portazo del exresponsable del Interior, Gérard Collomb.

Una semana después de esa renuncia, el presidente y el primer ministro Edouard Philippe tropiezan con el escaso entusiasmo de los candidatos potenciales a integrarse a un gabinete que consideran “devaluado” y “sin futuro”.

Lo cierto es que Macron no vive el mejor de sus momentos y malgastó una buena parte del capital de simpatía que conservaba entre los franceses. Pero lo más peligroso es que también parece encontrarse frente a una pérdida de respeto.

Eso fue justamente lo que todos se preguntaron esta semana, cuando el popular filósofo Michel Onfray lanzó un violento ataque contra el joven mandatario, utilizado una cuestionable metáfora sexual a partir de unas polémicas fotos tomadas durante el reciente viaje del mandatario a las Antillas con un jóven de raza negra.

Por su tono vulgar y homofóbica, la carta abierta, titulada “El dedo y su fundamento”, provocó estupor en un país donde la figura del presidente ha sido históricamente respetada.

En ese ambiente deletéreo, los adeptos de las fake news aprovechan para deslizar sus rumores. Son quienes echan a correr versiones inverificables y que, por lo general, tienen cuentas para arreglar con el joven mandatario.