Lo malo de las modas es que pueden desinflarse con cierta facilidad. Soluciones que parecen la panacea pierden fuelle con el devenir del tiempo. Quedan como una mera nota al pie de página en vez de protagonizar un capítulo entero. Blockchain se encuentra en un momento en el que aparenta ser la tecnología del siglo XXI. Algunos ya han decidido compararla con la repercusión que ha tenido Internet. Por si alguien todavía no conoce la cadena de bloques, se trata de una estructura de datos descentralizada que requiere de la validación por parte de sus usuarios para modificarla o validarla. Su llegada a nuestras vidas provino de las criptomonedas, pero los usos crecen y crecen. Ante esta evolución, Tecnalia se ha sumado a la ola y ha convertido su centro en Bilbao en un laboratorio de experimentación con blockchain pionero en Europa.
Una de las grandes ventajas de la cadena de bloques es que los intermediarios desaparecen –Bitcoin representa el ejemplo típico al no estar sujeto a ninguna regla de un banco central–. Esto facilita la innovación y encontrar una solución totalmente disruptiva. Consciente de este escenario, Óscar Lage, responsable de blockchain de Tecnalia, no dudó en poner las infraestructuras, tanto físicas como logísticas, al servicio de quien demandara esta tecnología. Los primeros en interesarse venían de la industria, pero actores de las democracias participativas o del transporte ya han llamado a su puerta. “Al tener la inversión hecha, que es bastante cuantiosa, y poseer el conocimiento, para nosotros es más fácil ayudar. El corte de los proyectos que finalmente aceptamos se basa en la utilidad y el futuro que puedan tener”, asegura.
La puesta en marcha de esta cadena de bloques comenzó a principios del año pasado. Nada más empezar, intentaban concienciar sobre las posibilidades de la tecnología de moda y resolver ciertas dudas. Ahora, tienen en mente abrir potenciales negocios y posicionar a España como un referente. “Priorizamos proyectos que puedan cambiar el mundo. Hay gente que solo quiere hacer algo con blockchain, sin saber muy bien el qué, y nosotros trabajamos con ellos para explorar sus límites. Ojalá alguien cree el próximo Google” sostiene Lage. Aunque sea una palabra recurrente, no vale introducirla con calzador o pensar que solventa todos los males. Tal y como recuerda Lage, hay que entender cómo funciona para unir las aspiraciones de los candidatos con la realidad técnica. “No es una cuestión de brujería que vaya como esperamos”, añade.
Patxi Echeveste es uno de estos locos que se ha acercado a Tecnalia para innovar con la cadena de bloques. Wattio, de la que es fundador, intenta que nuestros hogares sean verdaderamente inteligentes y podamos controlarlos cómo y cuándo queramos. Uno de los problemas con los que se encontró es que depende de servidores externos, pero blockchain puede solventarle esta papeleta al tejer una red entre sus propios usuarios y olvidarse de tal dependencia para ofrecer sus servicios. “Estamos seguros de que es una buena idea, pero nos falta pulirla. Con este laboratorio podemos bajar a la tierra el proyecto, valorar cuánta computación es necesaria en cada casa, definir la red y tener un pequeño prototipo”, expone Echeveste.
Innovación en estado puro
Como el método científico más tradicional, el centro de Tecnalia sustenta su actividad en el ensayo-error. El conocimiento está ahí, pero nadie puede asegurar de antemano que blockchain vaya a funcionar como estaba pensado. Por el contrario, si aciertan en el desarrollo, pueden alumbrar una aplicación que cambie por completo el devenir de un sector. Dos caras de la misma moneda que, de antemano, en el laboratorio desconocen de qué lado caerá. “A lo mejor el proyecto no termina de salir por la dificultad, porque tenga muchas barreras, y apostamos por otro desarrollo. Vamos a hacer innovación pura y dura. Muchos de los problemas que queremos solucionar todavía ni existen en realidad”, afirma Echeveste.
La irrupción de la cadena de bloques aumenta los riesgos de equivocarse en su aplicación. En el laboratorio han abierto las puertas a todo tipo de propuestas, pero siempre teniendo en cuenta que todo es susceptible de modificación. Como comenta Lage, se trata de algo tan novedoso que, en numerosas ocasiones, no es fácil ver el camino por el que transitar. La ventaja de su centro es que, al margen del resultado final, el gasto millonario en maquinaria y una parte del talento ya vienen incorporados de serie. “Nos sucede muy a menudo que, en este proceso de ver qué puede aportar blockchain, se parte con una idea típica y esta cambia por lo que les enseñamos. Descubrimos otros usos más interesantes”, apunta Lage.
Bilbao intenta convertirse en la punta de lanza de la innovación en blockchain, pese a que España no sea el mayor referente. En palabras de Echeveste, cuesta mucho introducir este tipo de tecnologías, pero si el proyecto llega a buen puerto, al menos podrá mostrarlo en otros países. La automoción, los sistemas de trazabilidad y los protocolos de seguridad ya han puesto sus ojos en el laboratorio. Buscan una solución disruptiva a algunos de los problemas que les aquejan.