“Como árabes tenemos que asegurarnos de tener tres cosas cuando hacemos la maleta: nuestros pasaportes, un montón de dinero en efectivo y un bidé portátil de mano”.
La broma es del comediante egipcio Bassem Youssef durante uno de sus shows el pasado mes de junio, mientras agitaba una de estas mangueras portátiles conocidas como shattaf.
“No lo entiendo: ustedes son uno de los países más avanzados del mundo. Pero cuando se trata de lo de atrás, ustedes están detrás”.
Mucha gente estaría de acuerdo con Youssef. La tendencia en muchos países occidentales de limpiarse tras usar el baño -en lugar de hacerlo con agua- es una fuente de desconcierto en varias partes del mundo.
El agua limpia mejor que el papel. Por ejemplo, aun a riesgo de resultar desagradable, imagine tratar de eliminar pudín de chocolate de la piel solo con un pañuelo.
Además, aunque el papel higiénico puede no ser tan duro como las piezas de cerámica (utilizadas por los antiguos griegos) o las mazorcas de maíz (utilizadas por los estadounidenses coloniales), todos estamos de acuerdo en que el agua es menos abrasiva que incluso el papel higiénico más suave de cinco capas.
En muchos países terminan su visita al baño con agua. Y no solo ocurre en el mundo no occidental.
Los franceses, por supuesto, le dieron al mundo la palabra bidé. Y aunque estos aparatos están desapareciendo del país galo, siguen estando presentes en Italia, Argentina y muchos otros lugares. Mientras, la manguera portátil de Youssef se encuentra fácilmente en Finlandia.
Aun así, gran parte de Occidente depende del papel higiénico. En comparación con cualquier otro lugar del mundo, Reino Unido y Estados Unidos han tenido la mayor influencia en la cultura moderna del baño, según la experta en historia de la arquitectura Barbara Penner en su libro Bathroom (“Baño”).
De hecho, las tendencias de baño angloestadounidenses se generalizaron tanto que, en la década de 1920, incluso se las denominó “imperialismo sanitario”.
Pese a ello, esas tendencias no llegaron a todas partes. Se prefiere el agua, por ejemplo, en varios países de mayoría musulmana, ya que las enseñanzas islámicas contemplan el uso del agua para la limpieza.
Y están los famosos inodoros japoneses modernos, que simultáneamente reflejan ingenio tecnológico y vergüenza sobre las funciones corporales y ofrecen opciones tanto de mojado como de secado.
Como muestra una investigación de Zul Othman, un funcionario del gobierno australiano que ha investigado las actitudes culturales e históricas hacia los baños, algunos musulmanes australianos se han adaptado a los baños de estilo occidental usando papel higiénico y después duchándose, llenando una jarra de agua o instalando bidés junto a sus inodoros.
Othman ha sido testigo de la obstinada insistencia occidental en usar algún tipo de papel. Uno de sus compañeros de clase en Sheffield, Reino Unido, se quedó sin papel higiénico y acabó usando un billete de 20 libras para limpiarse.
Mientras tanto, la familia del podcaster y guitarrista de metal Kaiser Kuo ha adoptado una solución intermedia. Hace tres años se mudaron de Pekín a EE.UU. donde, como muchos recién llegados, conservaron algunos hábitos chinos y retomaron algunos estadounidenses.
Kuo se sorprendió de todo el papel que sus hijos empezaron a consumir, acorde con el reconocimiento a los estadounidenses de ser, con diferencia, los principales consumidores mundiales de papel higiénico.
Astha Garg, una científica de datos india que trabaja en EE.UU. desde hace dos años, también vio con cierto desconcierto el uso del papel higiénico.
“No era tan obvio que tuviera que arrojarse a la taza del inodoro”, dice, destacando sus costos financieros y ambientales.
“Ahoga los inodoros. Me parece que cada uno de cada cuatro baños tiene problemas de fontanería”.
¿Sentarse o ponerse en cuclillas?
Este es un tema fascinantemente divisivo: la opción de sentarse frente a la de ponerse en cuclillas.
Ambas posiciones se usaron en China durante la dinastía Han (del año 206 a.C. al 220 d.C.), y aunque hubo diferencias de preferencia en función de la zona, las cuclillas predomina ahora en los baños públicos de todo el país.
Incluso hoy, se estima que dos tercios del mundo se pone en cuclillas.
Sin embargo, muchos occidentales siguen resistiéndose a un modelo que podría considerarse más lógico y más conveniente que el “trono” de porcelana.
Hacerlo en cuclillas evita tener una “intimidad excesiva” entre el usuario y el inodoro en el que se sienta.
Anatómicamente, la posición de en cuclillas también es la mejor postura, ya que el ángulo permite un tránsito más suave. Los movimientos intestinales son más rápidos y se hace menos esfuerzo.
En muchos países han convertido este largo tiempo en el baño en una forma de ocio. Existe un gran mercado de libros para leer mientras se está sentado en el inodoro, que generalmente son de cuentos, chistes o curiosidades.
Eso le sigue pareciendo extraño a Kuo. “Lo que todos los padres chinos te dirán es: no te pongas a leer en el baño o tendrás hemorroides”.
La familia de Kuo ha encontrado una solución intermedia para su hogar sino-estadounidense.
“Mantenemos un pequeño reposapiés frente al inodoro, así que cuando haces tus cosas, poner los pies en ese taburete emula la posición en cuclillas”, dice riendo. “Creo que mi esposa es un genio por haber descubierto eso”.
Baños extraños
El momento de bañarse también varía culturalmente.
“Hay una tendencia en las sociedades occidentales a esperar una ducha a primera hora del día, o de mojarse todos los días, y eso es extraño”, reflexiona Elizabeth Shove, socióloga de la Universidad de Lancaster en Reino Unido, que investiga las prácticas de consumo de agua y energía.
Una influencia clave fue el auge de la publicidad mundial de jabones, que se aceleró después de las guerras mundiales. Incluso las telenovelas obtuvieron su nombre en inglés (soap opera) de la gran publicidad en radio y televisión de los fabricantes de jabones estadounidenses (soap significa “jabón” en inglés).
La idea de usar tipos de jabón especial para el cuerpo y la cara, en lugar de productos de limpieza generales que también podrían usarse en la ropa, es una invención bastante reciente, en parte atribuible a la publicidad y la tendencia de darse un baño con mayor frecuencia.
Otro concepto relativamente reciente en Occidente es la normalidad de la ducha diaria. Shove señala que, hace solo dos generaciones, era habitual en Reino Unido que las personas se bañaran una vez por semana.
El baño frecuente es común incluso, por ejemplo, en lugares de bajos ingresos de Lilongwe, en Malawi, cuyos residentes pueden tomar baños a base de baldes dos o tres veces al día a pesar del acceso intermitente al agua.
La rutina actual de una ducha matutina es en parte un reflejo de las nociones contemporáneas sobre cómo estructurar el día, que está más rigurosamente ordenado que en el pasado.
También hay una mayor sensación de tener que ducharse como una forma de presentarse ante los demás, en lugar de para eliminar la suciedad acumulada durante el día.
Pero, ¿es realmente más higiénico o útil ducharse a diario y hacerlo por la mañana o por la noche?
No siempre. La ducha caliente frecuente puede resecar la piel y el cabello, lo que lleva a la costumbre de que muchas mujeres se laven el cabello solo una o dos veces por semana.
También son discutibles los beneficios de una ducha matutina o vespertina. Algunos defienden cómo una ducha por la mañana ayuda a despertar y ponerse alerta, pero un baño nocturno, como es común en Japón, puede ayudar a relajar los músculos antes de acostarse.
Por supuesto, hay variaciones dentro de cualquier país, por lo que hay excepciones a todas estas tendencias. Y la historia de los hábitos de higiene sugiere que ninguno tiene por qué ser definitivo; todo podría cambiar a medida que se producen desarrollos culturales y tecnológicos.
En el futuro, tal vez, las personas en Occidente podrían mostrar su preocupación ecológica al anunciar que se duchan solo una vez a la semana, o que han cambiado sus duchas de alta presión por el método del cubo.
O algunos también podrían optar por instalar mangueras para bidé al lado de sus inodoros después de ver lo útiles que son para personas de otros países.
Los hábitos de baño pueden parecer una cuestión de sentido común, pero son el resultado de una gran cantidad de condicionamiento social. Después de todo, a todos nos deben enseñar cómo usar una sauna, un bidé, una ducha o incluso un inodoro.