Imagínate estar en una fila y que un hombre con una gran espada de punta curva (khukurs) le corte la cabeza al primero, luego al siguiente y así hasta llegar a 30.000. Hace tan sólo una década eran decapitados de esta forma hasta 500.000 animales.
En la zona de la matanza del tamaño de un campo de fútbol se pueden escuchar los gritos de los pequeños búfalos de sólo unos meses de vida mientras son separados de sus madres y ellos las pueden ver cuando son decapitadas en la arena del templo.
La peor matanza ritual de animales se celebra cada cinco años en la ciudad de Bariyarpur, cerca de la frontera sur de Nepal con India. Durante dos días degüellan cabras, pollos, palomas, patos e incluso ratas, pero las ofrendas preferidas para recibir los favores de la diosa Gadhimai son los búfalos de agua.
El Festival de Gadhimai tuvo lugar la primera semana de diciembre de este año y se cree que cerca de 30.000 animales fueron ejecutados en un ritual que decenas de miles de hinduistas devotos han celebrado durante varios años para apaciguar a la diosa hindú del poder (Kali), que a cambio concede suerte y prosperidad.
Los devotos llegaron en su mayoría en camiones, tractores y autobuses llenos hasta el techo, pero algunos caminaron descalzos por varios días desde sus aldeas en Nepal y la vecina India con animales deshidratados y sofocándose en bolsas de plástico con el único propósito de llegar a tiempo para poder rezar a la diosa y ofrecer su sacrificio.
No están claras las causas sobre cómo inició esta fiesta de sangre, pero los lugareños aseguran que hace más de 250 años un granjero nepalí de nombre Bhagwan Chaudhary tuvo un sueño mientras estaba en prisión en el que la diosa Gadhimai le pidió que hiciera un templo en su honor y le exigió un sacrificio de sangre, por lo cual se hizo cinco cortes en su cuerpo.
Con el tiempo la sangre animal reemplazó a la humana y los descendientes de Chaudhary asumieron desde entonces los puestos de liderazgo del templo que rinde tributo a la diosa y también del festival al que empresarios y políticos sacan provecho con pancartas de bienvenida para los peregrinos.
La diversión de decapitar animales
“Creo en la diosa, mi madre le había pedido por la buena salud de mi hijo”, asegura a Reuters Rajesh Kumar, un devoto de unos 30 años que caminaba por la ciudad con una cabra amarrada a su mano.
Mientras los carniceros hacen su trabajo cortando cabezas en la arena, los devotos se suben a las paredes y se agarran de los alambres de púas para echar un vistazo a lo que esta sucediendo al interior del templo.
“Siempre es divertido decapitar a los animales”, dijo Ram Aashish Das al New York Times y aseguró haber matado esta semana a unos 30 búfalos. “Si la tradición es tan mala, ¿por qué viene tanta gente aquí?”, se pregunta.
Ese morbo sumado a que la gente que llega con los animales listos para ser sacrificados teme que algo malo les pueda suceder si no cumplen su promesa a la diosa hace muy difícil detener la masacre.
Sin embargo, este año ha sido diferente, las presiones de los organismos defensores de los derechos de los animales y la mala publicidad a nivel local e internacional llevaron a que el gobierno central decidiera eliminar los fondos para realizar el evento, citando una prohibición de la Corte Suprema de apoyar los sacrificios de animales.
Las autoridades y activistas se han estacionado en varios puntos de la frontera entre Nepal e India, usada por los devotos para contrabandear ilegalmente los animales, para impedir el paso de los camiones con los devotos y sus ofrendas para sacrificar.
Los activistas reducen la oda de sangre
Este esfuerzo combinado ha permitido una drástica reducción en el número de animales sacrificados en la última década. Mientras en 2009, durante un festival que fue particularmente muy brutal, se ejecutaron unos 500.000 animales, cinco años después el número se redujo a unos 200.000 y este año se estima que no llegaron a los 30.000.
Aún así, antes de que comenzaran los sacrificios este año, los partidarios del evento persiguieron a los activistas por los derechos de los animales hasta un hotel y les gritaron que la tradición era una parte integral de su religión.
La directora para la India de Human Society Internacional, Alokparna Sengupta, visitó la ciudad de Bariyarpur durante el festival y aseguró: “Estar aquí en el sacrificio de Gadhimai es una de las experiencias más deprimentes y desafiantes de mi vida. El sufrimiento de estos animales es tan perturbador. Ellos han soportado viajes agotadores para llegar hasta aquí y desfilan frente a una multitud que aúlla mientras son testigos de la decapitación de otros animales uno por uno”.
En su comunicado Sengupta agregó que la histeria y el júbilo de las personas al ver a los animales confundidos y asustados antes de ser sacrificados fueron muy perturbadoras.
Además, agregó que sirve como consuelo saber que otros muchos miles de animales se salvaron este año de ser sacrificados en el festival gracias al bloqueo de las autoridades en la frontera con India y al trabajo de activistas.
“Puede que esta vez no tengamos un Gadhimai sin sangre, pero estamos decididos a que algún día veremos el final de este horrible espectáculo”, aseveró.
Otros activistas y grupos de defensa de los derechos de los animales están instando a los devotos hinduistas a que ofrezcan diferentes sacrificios que no impliquen quitar la vida de los animales, como donaciones al templo, dulces o frutas.
La directora para Nepal de Human Society Internacional, Tanuja Basnet, asegura que el Festival Gadhimai “es un baño de sangre impuro” que no hace parte del hinduismo y no tiene lugar en ninguna otra religión.
“Aquí en Nepal, los grupos de bienestar animal, sacerdotes de otros templos y grupos religiosos se oponen el asesinato y promueven la compasión hacia los animales, instando a todas las religiones a apoyar ofrendas alternativas en festivales en lugar de sacrificios de sangre”, dijo la activista a One Green Planet.
Juntos debemos esforzarnos por hacer un mundo más amable para todos los animales, agrega.