El Mundial de Rusia 2018 se toma un respiro este viernes antes del comienzo de las eliminatorias. A continuación analizo las conclusiones desde el punto de vista táctico que pueden sacarse de la fase de grupos, donde ha habido sorpresas y decepciones.
Con paso firme
La selección charrúa es una de las pocas selecciones que ha hecho pleno en esta fase de grupos. Uruguay ya no es sólo aquel combinado que jugaba directo y únicamente utilizaba el medio del campo para sujetar al equipo. La reconversión es un hecho. Especialmente deliciosos son la nueva hornada de mediocampistas: Betancour, Vecino, De Arrascaeta o Torreira. No rompen ni un balón, se colocan en medio de centrales, jerarquizan la posesión y buscan el pase de criterio como primera opción.
No es casualidad que haya ganado la posesión de balón a los tres rivales a los que se ha enfrentado y que promedie un 54% de posesión. Ni tampoco que Vecino y Betancour sean, con 70,7 y 67 respectivamente, los jugadores del combinado que más pases dan. Tanto es así, que Oscar Washington Tabárez se ha visto obligado a aplicar matices en el plan. Empezó con su predilecto 4-4-2 lineal para pasar a un rombo en la medular para dar entrada a más talento.
Pero también sigue contando con el método de toda la vida, el de los viejos rockeros: el cuadrado sobre el cual se han sustentado típicamente los charrúas: Godín-Giménez como referencias atrás y Luis Suarez-Cavani como indudables líderes del ataque. Una opción segura, un recurso infalible, una vía tan directa como potente. Es por ello que la Uruguay de hoy día parece ya diseñada para enfrentarse a cualquier equipo. Tiene registros para todo.
Croacia se ha erigido en la líder indiscutible del denominado grupo de la muerte. Y lo ha hecho con autoridad tanto en los números como en el campo. Los croatas han basado su poder en la harmonía presión-posesión del medio del campo (el más completo en lo que va de campeonato). La principal novedad que ha implementado Dalic ha sido montar un 4-1-4-1 invirtiendo los papeles de Rakitic y Modric. Ha situado al azulgrana justo por detrás del madridista concediendo llegada al primero y total libertad al segundo. De esta manera, se crean tres escalones que aportan pase, movilidad, reducción de espacios y una gran interpretación de cada situación específica de partido.
Siete goles a favor y sólo un gol encajado de penalti rubrican la solvencia que ha tenido en esta primera parte de campeonato. Veremos cómo funciona en esta segunda parte de Mundial pero Croacia es la fiabilidad hecha selección. De momento, en modo rodillo.
Ha sido la sorprendente Suecia quién se ha hecho con el primer puesto del grupo F. Al contrario que Alemania, el primer resultado le propició el escenario buscado: la posibilidad de contraproponer. La selección de Andersson se ha mostrado, sobre todo, constante y definida. Líneas juntas en defensa y juego directo a los dos puntas son sus bases (ver imagen). Tan sencillas como efectivas. No quiere el balón sino todo lo contrario (únicamente un 41% de posesión de media) y, cuando lo tiene, busca la conexión directa a Berg y Toivonen.
Esta pareja han generado situaciones para que los suecos muestren su poder aéreo y en las segundas jugadas. Ante México ambos recibieron 12 desplazamientos directos ganando el 45% de sus duelos (porcentaje muy alto para delanteros). Y por último, el factor Forsberg. Un futbolista que, por su enorme calidad, juega a contracorriente pero que se adapta. El único que puede desbordar a nivel raso. Suiza le espera en octavos. Uno de los dos alcanzará unos impensables cuartos de final.
No solo han comandado el grupo sino que han dejado grandes paralelismos entre ellas. Son los dos máximos exponentes del Mundial en una estructura que está ganando adeptos de una manera fulgurante: la que defino como 3+2. Tanto Robert Martínez como Southgate han dibujado sus equipos a partir de una defensa de tres con dos carrileros en los costados. Un sistema súper interesante y que proporciona beneficios globales. Combina presencia alta con buena colocación y ello le hace impermeable a las transiciones. Tanto es así, que ni Bélgica ni Inglaterra han encajado un solo gol de contraataque hasta hoy.
La única diferencia entre ambos combinados la encontramos en el medio del campo. Mientras la propuesta belga pasa por priorizar el juego del medio del campo con un cuadrado comandado por De Bruyne y Hazard, Southgate opta por dejar tres mediocampistas y sumar un acompañante a Harry Kane. Bélgica gana en calidad, Inglaterra en contundencia. Bélgica gana en prestaciones pero Inglaterra le sigue de cerca en sensaciones. Dos selecciones compactas que, por fin, presentan candidaturas más que sólidas.
Las decepciones
La todavía actual campeona del mundo ha sido la gran bomba del campeonato. México le destapó el punto débil y ello le ha condicionado los dos partidos siguientes. Ha estado demasiado tiempo en el límite. Alemania ha construido bien pero ha atacado mal. Se va del Mundial como el combinado que más ha disparado (24 por partido) y como segundo en posesión (sólo por detrás de España) con un rango superior al 65%.
Además, Joaquim Löw ha jugado con los perfiles de sus futbolistas y los sistemas de manera adecuada. Ante Suecia, un cambio táctico fue el origen de la victoria. Pero estos números chocan con los insuficientes dos goles conseguidos. Acabar los dos últimos partidos utilizando el recurso de siempre (Mario Gómez para el remate de las buenas entradas de Kimmich) es prueba inequívoca que a la Mannshaft le ha fallado el último tercio de campo. Werner no ha tenido el rendimiento esperado y, con Leroy Sané en casa, les han faltado regateadores.
De los doce disparos que realizó la última línea germana, sólo dos cogieron portería. Y entre Reus, Goretzka, Müller y Werner solo desbordaron en dos ocasiones. A Löw no le ha fallado la pizarra, ni las lecturas de partido….la ha fallado la lista. Sus apuestas personales no han respondido. La tradición se repite: como le pasó a Francia, Italia y España, Alemania se ha constituido en la gran decepción de este Mundial.
Ni Senegal, ni Nigeria, ni Marruecos, ni Túnez, ni Egipto….ninguna de las africanas ha logrado pasar el corte. Siguen presentando un físico envidiable, pero poco rigor táctico. En un Mundial donde la táctica ha adoptado una importancia vital, les ha penalizado demasiado. Interpretan tan bien las transiciones como mal llevan la concentración. Y los números lo demuestran. 26 goles encajados son una barbaridad y que, 8 de ellos sean a balón parado, una consecuencia de un déficit de atención alta.
Especialmente chocante es el caso de Senegal (fuera por tarjetas) y Nigeria que, con una situación bastante favorable para ello, esta falta de orden les ha cerrado la barrera de los octavos. Pese a quedar última del grupo B, quizá ha sido Marruecos la que ha dejado mejores sensaciones de las cinco. Después de resbalar contra Irán, sus partidos ante España y, sobre todo Portugal, fueron muy atractivos.
Tan cierto es que ninguna de ellas contaba entre las favoritas como decepcionante que, esta vez, África no tenga presencia en la fase final.