Liu Xia, la viuda del difunto Nobel de la Paz Liu Xiaobo, ha salido de China. Tras años de arresto domiciliario y sin apenas comunicación con el exterior pese a no haber cometido ningún delito, una condición que se agravó desde la muerte de su marido hace justamente un año, la poetisa embarcó este martes en un vuelo destino Berlín. Su liberación, adelantada por BBC y confirmada por las organizaciones de derechos humanos, ocurre apenas un día después de la reunión entre el primer ministro Li Keqiang y la canciller Angela Merkel en la capital alemana.
“Este mediodía mi hermana mayor ha salido de Pekín en un vuelo dirección Europa, comenzando una nueva vida. Estoy agradecido a todas las personas que se han preocupado por ella y la han ayudado todos estos años. Espero que mis padres y mi hermanastro estén aliviados y sigan bendiciéndola. Le deseo paz y alegría en su futura vida. Gracias a todos”, aseguró a través de su perfil en redes sociales su hermano menor, Liu Hui.
Liu Xia, según la BBC, ha embarcado en un vuelo de la compañía Finnair destino Berlín. Liu, cuyo estado psicológico tras la muerte de su marido había empeorado considerablemente, había mostrado en varias ocasiones su voluntad de salir de China. Organizaciones de derechos humanos y diplomáticos de países occidentales han presionado a las autoridades chinas para que se le concediera este deseo.
Liu Xia permanecía bajo un arresto domiciliario de facto desde 2010, cuando a su marido y disidente Liu Xiaobo se le otorgó el Premio Nobel de la Paz, a pesar de que nunca se presentó un cargo en contra de ella. En 2009, Liu Xiaobo fue juzgado y condenado por subversión a once años de cárcel por ser uno de los promotores de la Carta 08, un escrito que pedía un sistema democrático para China que respetara la división de poderes y las libertades individuales. En julio del año pasado, a tres años de terminar su condena, murió a causa de un cáncer de hígado que se le diagnosticó tarde.
Los movimientos de Liu Xia fueron estrictamente controlados por las fuerzas de seguridad tras la muerte de su marido. Primero fue enviada lejos de Pekín unas semanas, en la provincia de Yunnan, sin que pudiera apenas comunicarse con sus allegados. Después volvió a su casa en Pekín, aunque numerosos agentes de policía han estado vigilándola las 24 horas desde entonces para evitar contacto alguno con los medios de comunicación.