Los remotos bosques tropicales del noreste de Perú son tan vastos que las nubes que se forman sobre ellos llegan a influir sobre la pluviosidad del oeste de Estados Unidos. En la región hay especies —en particular, peces— que no son iguales a ningunas otras sobre la faz de la Tierra. Los científicos que estudian la flora y la fauna de la zona obtendrían conocimientos sobre los procesos evolutivos, así como la salud ecológica y la historia geológica del Amazonas.

Ahora el área es el hogar de uno de los parques nacionales más nuevos del hemisferio occidental. El Parque Nacional Yaguas protegerá cientos de miles de hectáreas de un sitio natural —y a los pueblos indígenas que dependen de él— de la deforestación y la construcción.

“Hay un lugar donde el bosque se extiende hasta el horizonte”, dijo Corine Vriesendorp, ecóloga conservacionista del Museo Field de Historia Natural en Chicago, una de las muchas organizaciones que trabajaron para conseguir la designación de parque nacional, el mayor nivel de protección en Perú. “Este es uno de los últimos grandes bosques intactos del mundo”.

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Un siluro de aceite (“Centromochlus perugiae”) sostenido por Max Hidalgo, un científico peruanoCreditÁlvaro del Campo/Museo Field de Historia Natural
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Una lora machaco, también conocida como la víbora de palma verde del Amazonas (“Bothriopsis bilineatus”)CreditÁlvaro del Campo/Museo Field de Historia Natural

El nuevo parque de Perú se une a un grupo de parques y reservas creados recientemente en varios países sudamericanos, incluyendo EcuadorChile y Colombia.

“Ahora están tratando de pensar en grande”, dijo Avecita Chicchón, quien dirige la Iniciativa Andes-Amazonía de la Fundación Gordon y Betty Moore. “Es necesario que estas grandes áreas estén conectadas”.

En Perú y otras partes, los dirigentes políticos, respaldados por sólidas iniciativas de la sociedad civil, están reconociendo los efectos actuales del cambio climático y su papel en la mitigación de este en el futuro. Están reservando grandes extensiones de tierra para cumplir con compromisos hechos como parte del Acuerdo de París. Además, los grupos locales e indígenas que finalmente están teniendo voz legal en el proceso, también han brindado un apoyo crucial.

Más de mil personas, que pertenecen a por lo menos seis grupos indígenas, viven a lo largo de una extensión de 200 kilómetros de los ríos Yaguas y Putumayo. Para ellos, este lugar es la Sachamama —una palabra que en quechua significa, a grandes rasgos, “madre selva” o “madre Tierra” y que también hace referencia a un ser mitológico de la Amazonía—, el corazón sagrado de la zona que produce la flora y la fauna de las que dependen esos grupos.

Estos pueblos indígenas son parte de una comunidad mayor que se dispersó por la zona durante el auge de extracción de caucho a principios del siglo XX. Son descendientes de los pocos que sobrevivieron a la esclavitud, la tortura y el genocidio que cobraron decenas de miles de vidas.

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Max Hidalgo, de Perú, y Armando Ortega, de Colombia, examinando especímenes de peces recolectados en el bosque tropical CreditÁlvaro del Campo/Museo Field de Historia Natural
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Olga Montenegro, experta en mamíferos, examinando un murciélago “Sturnira tildae”CreditÁlvaro del Campo/Museo Field de Historia Natural

En las dos décadas anteriores, las federaciones indígenas que viven por el Yaguas han estado trabajando para proteger la tierra. Educaron a los científicos y los conservacionistas sobre su geografía y biología, y convencieron al gobierno de que valía la pena conservarla.

En las tierras bajas amazónicas del Parque Nacional Yaguas se mezclandistintos tipos de ríos que contienen formas características de vida acuática durante la temporada de lluvias, cuando los bosques se inundan. Este coctel inusual de aguas fluviales produce una gran biodiversidad; más de trescientas especies de peces se han adaptado a la vida del bosque.

“Imagina que fueras un pez y estuvieras en un río y pudieras pasarte a otro, no por la corriente ni nadando, sino cruzando el bosque”, dijo Max Hidalgo, un ictiólogo del Museo de Historia Natural de Lima.

Los peces se alimentan de frutas, propagan semillas y encuentran su hogar en las ramas. Para verlos, es más fácil abrir un leño que usar un sedal, dijo Hidalgo, quien ha estudiado a los peces del área durante años.

Una especie aún sin nombre no crece más que el tamaño de un pulgar y solo ha sido hallada en túneles subterráneos. Hidalgo espera regresar pronto al parque para confirmar si en efecto es algo nuevo para la ciencia.

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Un sapo cornudo (“Rhinella ceratophrys”) CreditÁlvaro del Campo/Museo Field de Historia Natural
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A la izquierda, un bagre de agua dulce (“Ancistrus temminckii”) y a la derecha, un caimán de frente lisaCreditÁlvaro del Campo/Museo Field de Historia Natural

Sin embargo, con las 3000 plantas, 600 aves y más de 150 especies de mamíferos, hay mucho más que solo peces en Yaguas.

A menudo elusivos en las zonas de mucha caza, aquí los tapires de Yaguas parecen más visibles. “Nunca había visto tantos tapires en un solo lugar”, dijo Vriesendorp. A veces es posible encontrarlos en el bosque mientras comen lodo salado para extraer sus minerales.

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Un tapir sudamericano o de tierras bajas. Parece que estos tímidos animales son más aventureros dentro del Parque Nacional de Yaguas. CreditÁlvaro del Campo/Museo Field de Historia Natural

También se ha informado que en el parque hay nutrias gigantes, que pueden crecer hasta alcanzar 1,8 metros y las cuales están en peligro de extinción. Conforme sus hábitats se fragmentan debido a la deforestación y la construcción, estos enormes mamíferos enfrentan la extinción en varios sitios.

El que tengan presencia en Yaguas sugiere que el ecosistema acuático aún es saludable, lo cual es importante dado que el parque contiene la cabecera de un afluente hacia el Amazonas.

Un equipo dirigido por la Sociedad Zoológica de Fráncfort espera obtener un estimado de la población de las nutrias, determinar si hay conflictos entre ellas y los humanos y, finalmente, evaluar si el mercurio de las pequeñas e ilegales operaciones de minería ha ingresado en la cadena alimenticia.

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Un escarabajo arlequín CreditÁlvaro del Campo/Museo Field de Historia Natural
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A la izquierda, una mariposa “Diaethria candrena” y, a la derecha, el ojo de una pirañaCreditÁlvaro del Campo/Museo Field de Historia Natural