A las seis de la madrugada del miércoles en Madrid (12 de la noche en Nueva York), el peor escenario posible para los inversores parecía cristalizar: una elección contestada, un presidente saliente que se autoproclamaba ganador pese a la evidencia de unas cifras parciales que apuntaban en dirección contraria y un embrollo electoral, en fin, que iba camino de durar semanas. El fantasma del año 2000, con la pugna entre George W. Bush y Al Gore que acabó siendo dirimida en los tribunales de Florida, flotaba en el aire. Desde entonces, sin embargo, el panorama se ha esclarecido: con el demócrata Joe Biden con todo a favor de convertirse en el 46º presidente de Estados Unidos, los inversores respiran aliviados. No necesariamente porque sea él el elegido sino más bien porque —pese a que Donald Trump no dará su brazo a torcer y seguirá embarrando el proceso— la hoja de ruta de las próximas semanas parece mucho más clara de lo que se intuía en las primeras horas del recuento.
La zozobra electoral, en realidad, duró poco. Tras los titubeos de primera hora de la mañana del miércoles, las Bolsas echaron el día D —la jornada poselectoral— con subidas a ambas orillas del Atlántico y han puesto punto final a la semana S con cifras igualmente positivas. Solo la jornada de este viernes pone una mácula, mínima en todo caso, sobre el patrón general de las últimas jornadas en las que, como se afanan en recordar varios analistas, por primera vez desde el inicio de la pandemia la conversación —y los movimientos— en los mercados financieros no han girado en torno a la cuestión sanitaria sino entorno al tablero político.
Pese a los retrocesos registrados este viernes, en el que muchos inversores han optado por hacer caja y embolsarse las ganancias de los días previos, los tres principales índices estadounidenses —S&P500, Dow Jones y Nasdaq— escalaban, a pocas horas del cierre, entre el 5% y el 6% en la semana. Las tecnológicas, reunidas en torno al Nasdaq, fueron, una vez más, las grandes protagonistas de la semana, con fuertes alzas: con los demócratas lejos de la mayoría en el Senado, la opción de una regulación más estricta sobre ellas se diluye. Sin embargo, no ha sido el único sectores en el que han imperado los números verdes: el financiero, el de consumo y el industrial también han estado entre los grandes protagonistas en positivo.
Al otro lado del Atlántico, los parqués europeos también han puesto el broche final a una semana de subidas generalizadas. En España, el Ibex ha vivido el mejor corte semanal desde junio, con un alza de casi el 6,5%. Mejores aún son los guarismos en el CAC y el DAX, los selectivos francés y alemán respectivamente, que desde el lunes remontan casi un 8%. Y en Italia, donde el FTSE MIB roza el 10% de subida.
“Las Bolsas suelen repuntar después de grandes acontecimientos de riesgo previsto, como estas elecciones estadounidenses”, desgrana Paul O’Connor, de la gestora británica de activos Janus Henderson. “La mayoría de inversores había adoptado un posicionamiento bastante defensivo en el periodo previo a los comicios, y ahora parece que estamos asistiendo a un repunte de alivio bastante habitual: los inversores están volviendo a asignar el efectivo reservado de forma preventiva y eliminando las coberturas implementadas antes de las elecciones”.
La suerte, sin embargo, no está completamente echada. Incluso si a lo largo del fin de semana Biden logra —como parece— superar los 270 votos electorales que le darían la llave de la presidencia, los mercados seguirán muy atentos de los próximos movimientos del republicano. Especialmente en caso de que la victoria de su contrincante descanse únicamente en Pensilvania, el presidente saliente seguirá utilizando toda su maquinaria jurídica para tratar de impedir en los tribunales lo que no ha logrado evitar en las urnas. Un escenario que no gusta nada a los inversores en renta variable. “Mientras Trump prepara un desafío legal, podríamos ver cierta volatilidad en los próximos días”, apunta Adam Vettese, de la plataforma de inversión eToro. Paradójicamente, las mismas Bolsas a las que el republicano ha mirado con fruición durante su estancia en la Casa Blanca, hoy buscan que su salida sea lo menos estruendosa posible.Se adhiere a los criterios de