La declaración de la “guerra arancelaria” contra China por parte de Donald Trump “poco tiene que ver con el comercio”: se trata de una lucha por el poder “para determinar cuál de las potencias hegemónicas dominará la tecnología y dirigirá el mundo en el siglo XXI”, asegura el veterano analista de The Daily Telegraph Ambrose Evans-Pritchard.
El experto considera que “la pretensión de la convivencia cordial ha terminado” y analiza el riesgo de que estalle una guerra real entre ambas potencias.
“Contexto diplomático venenoso”
En primer lugar, el analista subraya que el último informe de estrategia de seguridad nacional de EE.UU. identifica por primera vez a China como un rival estratégico que busca “desafiar el poder, la influencia y los intereses estadounidenses, intentando erosionar la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos”.
Para Evans-Pritchard, es este “contexto diplomático venenoso” lo que hace que la escaramuza comercial de esta semana sea “tan peligrosa”.
‘La trampa de Tucídides’
El analista sostiene que las Administraciones de Bush y de Obama buscaron un ‘modus vivendi’ con Pekín, intentando evitar la llamada ‘trampa de Tucídides’: el riesgo de un conflicto militar entre un poder en ascenso y un poder ya dominante. Según explicaba este general ateniense en su Historia de la Guerra del Peloponeso, “fue el ascenso de Atenas y el temor que esto suscitó en Esparta lo que hizo que la guerra fuera inevitable“.
Otro ejemplo más reciente de la misma ‘trampa’ fue “el miedo franco-británico” ante el ascenso de Alemania antes de la Primera Guerra Mundial —”¿o quizás el miedo de Alemania a la Rusia zarista?”—, señala el autor del artículo. Al mismo tiempo, señala que un conflicto de estas características no es inevitable y pone como ejemplo cómo el Reino Unido cedió el liderazgo mundial pacíficamente a Estados Unidos.
En este sentido, Evans-Pritchard recuerda que Obama buscó atraer a China al sistema internacional a través del G20 y el FMI, tratando a Pekín en pie de igualdad en un condominio global. No obstante, “el gabinete de guerra de Trump no quiere saber nada de eso”, se lamenta.
En curso de colisión
Tras la imposición de aranceles por parte de Washington y la respuesta china, los dos países “están ahora en curso de colisión”, advierte el analista. Mientras el presidente estadounidense tuitea que “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar” y amenaza con con aún más sanciones, Xi Jinping “no puede mostrar debilidad” y responderá con la misma intensidad en todas las etapas, predice el experto.
En su opinión, una caída de Wall Street es “quizás el único elemento de disuasión que Trump realmente teme” a medida que se acercan las elecciones de mitad de mandato en EE.UU. China podría, si así lo decidiera, desencadenarla con grandes ventas de sus activos de 1,2 billones de dólares de los bonos del Tesoro de EE.UU., pero para Pekín también esto sería “un juego peligroso”.
Por lo tanto, para Evans-Pritchard “sigue abierta la pregunta” sobre quién “se lastimará más” si el enfrentamiento empeora: “los halcones de China” no se dan cuenta “de cuán frágil se ha vuelto su sistema” después de llevar la deuda al 270% del PIB, mientras que Trump “piensa en términos infantiles”, convencido de que el superávit de 3.750 millones de dólares de China con EE.UU. “hace que los chinos sean más vulnerables”.
“Nos hemos movido más allá del reino del homo economicus”
De hecho, el autor recalca que Pekín ya no es un “‘pecador’ comercial”, aunque reitera que la disputa “no trata realmente de eso”, pues “el mensaje que emana” de la Administración estadounidense es que China es “una amenaza elemental para los intereses estratégicos” de EE.UU. y debe ser frenada antes de que sea demasiado tarde.
Esto, alerta Evans-Pritchard, “es muy parecido al pensamiento de Archidamus de Esparta en el 430 a.C, o al pensamiento del alto mando de Alemania sobre Rusia en 1914”.
Esperar que “los argumentos racionales” prevalezcan es ignorar la historia, estima el analista y concluye: “Nos hemos movido más allá del reino del homo economicus”.