DEL RÍO, Texas — En este pequeño pueblo en el sur texano hay una valla negra de acero que corre por toda la frontera con México. Mide unos 4,5 metros de alto y encima tiene unos picos de metal; se extiende unos dos kilómetros al occidente de una estación de control de la Patrulla Fronteriza y luego termina.
En ese punto hay un arroyo del río Bravo que pasa por un rancho privado en el que pasea ganado entre los árboles y, al lado de una zanja al lado del agua hay un cilindro pequeño encima de un tubo de metal. Es un sensor lídar, la misma tecnología que logra que los vehículos autónomos puedan ver. Desde arriba capta una imagen tridimensional de quien sea que camina por el área.
El sensor pertenece a una empresa emergente de Silicon Valley llamada Quanergy, una de varias compañías que quiere hacerse de contratos a lo largo de la frontera México-Estados Unidos. El presidente Donald Trump promete que construirá un muro físico, pero estas empresas esperan crear uno virtual, que varios legisladores aseguran sería más efectivo: no sería un impedimento visible, aunque dicen que sería más barato de construir y mantener.
“La única manera de tener control operativo en la frontera es si vemos todos los 3000 kilómetros en una sola pasada”, dijo el representante republicano Will Hurd. “Y la única manera de hacer eso es por medio de tecnología”.
Quanergy, fundada en 2012 y con más de 160 millones de dólares en financiamiento, fue una de muchas fabricantes de lídar por el impulso de crear los vehículos autónomos. Durante el último año, esa inversión comenzó a parecer un exceso, pues la tecnología de los autos sin conductor se ha desarrollado con mayor lentitud de la que muchos esperaban. El control fronterizo es otra aplicación potencial del lídar, que puede registrar la presencia de cualquier objeto o persona, en condiciones diurnas o nocturnas.
Quanergy comenzó a trabajar con la oficina del alguacil de Val Verde y ha dedicado el último año a pruebas de sus sensores en el rancho de Del Río, en busca de un contrato con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por su sigla en inglés).
De hecho, hay varias tecnologías en desarrollo en Silicon Valley que servirían para el monitoreo y control de la frontera. Si los lídares y otros sensores se juntan a sistemas de inteligencia artificial y cámaras digitales, podrían identificar y rastrear a las personas u objetos con mucha precisión.
Sin embargo, muchos trabajadores del sector tecnológico han dejado claro que no quieren trabajar en ningún proyecto de vigilancia militar o para el gobierno. En junio más de cuatro mil empleados de Google protestaron por un acuerdo con el Pentágono y la empresa se retiró; el tema del control de la frontera es aún más polémico. Empleados de Microsoft y de Salesforce, dedicada a la computación en la nube, ya han criticado contratos con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
Aunque otros no lo consideran más que una oportunidad de negocios. Más de veinte empresas han trabajado en el proyecto del Pentágono del cual se retiró Google.
Además de Quanergy hay otra empresa emergente, Anduril, que ha probado tecnología en el valle del río Bravo con cámaras digitales e inteligencia artificial. Los fundadores de Anduril incluyen a Palmer Luckey, quien construyó la empresa de realidad virtual Oculus y la vendió a Facebook en 2014.
Luckey dejó su cargo en Facebook entre críticas de que había dado dinero a un grupo que esparcía memes en contra de Hillary Clinton, la rival electoral de Trump.
La CBP ya utiliza diversas modalidades tecnológicas en la frontera, como videocámaras, drones, dirigibles aerostáticos, visores con infrarrojo y sensores de presión. Pero esas tecnologías son utilizadas de manera casuística y los oficiales no han empleado inteligencia artificial que analice automáticamente los datos captados por las cámaras y otros dispositivos.
En muchas áreas a lo largo de la frontera con Texas ni siquiera hay vallas, sin mencionar tecnología. Los agentes de la Patrulla Fronteriza, por ejemplo, utilizan camiones para deslizar neumáticos por el piso con el fin de aplanar el polvo en los caminos para revisar pisadas después.
Hurd, el representante republicano, quiere adoptar un sistema tecnológico. “Necesitamos llegar a un punto en el que veamos absolutamente todo lo que pasa la frontera”.
Eso incluiría sensores como los que ha puesto a prueba Quanergy, que captan movimientos y actividad en 360 grados y hasta 100 metros de distancia. Con esta vista tridimensional de un área el software puede identificar la ubicación de personas que intenten pasar por el sitio y de inmediato alertar a los agentes.
Si los sensores estuvieran alineados a lo largo de la frontera, junto con cámaras que se disparen cada vez que se detecta un movimiento, darían un vistazo más certero de las actividades fronterizas para ayudar a los agentes a organizarse.
Pero los dispositivos también tienen sus límites. Si nadie está ahí para protegerlos pueden ser vandalizados fácilmente; requieren de luz eléctrica y de una conexión a la red. Quanergy ha probado el uso de páneles solares para eliminar el requisito de la electricidad, pero las autoridades tendrían que instalar fibra óptica o torres de conexión para utilizar los sensores en varios puntos de la frontera.
Joe Martínez, el alguacil del condado de Val Verde, ayuda con las pruebas de Quanergy y dice que los sensores serían de gran utilidad en ciertos sitios. Pero opinó que si son utilizados en partes más al occidente, montañosas o remotas, sería incluso complicado para los agentes responder a las alertas que emitan los dispositivos.
“Lo que se requiere al oeste es distinto y lo que necesita el sur es otra cosa”, dijo Martínez sobre utilizar este tipo de tecnología de manera pareja en la frontera.
Y lo que es más: los sensores lídar son costosos, de unos miles de dólares por unidad. Por ahora, utilizar neumáticos amarrados a camionetas es más costeable.