Para los amantes de la gastronomía, el pulpo es un alimento estrella. Es nutritivo, bajo en calorías y se puede preparar de mil maneras.
Pero para los científicos es mucho más que eso. Se trata de un invertebrado excepcional con un sistema nervioso tan sofisticado que es capaz burlar a un tiburón al acecho, cambiar de color para esconderse de un depredador, distinguir entre distintos humanos, diseñar estrategias de caza en circunstancias extremas.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva York cree que los humanos deberíamos abstenernos de comer pulpo debido a sus características tan peculiares. Y asegura que existen motivos éticos y ambientales para no criarlos en cautiverio para la industria alimenticia.
Imagen de un pulpo común (Octopus vulgaris) nadando en su ambiente natural. (Getty)
Muchos platos de la cocina tradicional mediterránea de España, Portugal, Italia y Grecia usan al pulpo como ingrediente principal. Pero las culturas costeras tenían métodos de captura sostenibles que satisfacían la demanda de alimento de la población sin depredar el medio ambiente.
Ahora todo ha cambiado: los usos, el tipo de pesca y la cultura culinaria. El pulpo es usado como “base cárnica” en muchos alimentos de fabricación industrial, y se ha incluido dentro de las ofertas gastronómicas gourmet para los amantes del pescado y los mariscos.
El problema de ser carnívoro
El problema es que los lugares tradicionales de captura de pulpos se han ido agotando mientras la demanda aumenta. Ante este dilema, algunos emprendedores se han dedicado a la acuicultura como una alternativa para hacer dinero mientras abastecen a los mercados que antes quedaban satisfechos con pulpos capturados en su ambiente natural.
Uno de los aspectos que ayudaría a la cría de pulpos en “granjas acuáticas” es que la mayoría de sus 300 especies llegan a la vida adulta a los dos años, un tiempo relativamente corto que pudiera resultar rentable.
Un estudio indicó que la especie estrictamente marina O. vulgaris reúne muchos de los requisitos para ser considerada como un candidato para la cultura industrial: “fácil adaptación a las condiciones de cautiverio, rápida tasa de crecimiento, aceptación de alimentos de bajo costo, alta tasa de reproducción y elevado valor de mercado”.
Pero los investigadores advirtieron obstáculos importantes en el proceso técnico de domesticación de los pulpos. Algunos de los problemas de la reproducción de pulpos en ambientes artificiales incluían “canibalismo, confinamiento, dependencia de alimentos vivos, y muerte de hembras grávidas antes de poner la segunda generación de huevos en el laboratorio”.
Esos obstáculos no han detenido inversores del sector industrial, público y académico a colocar recursos para aumentar la investigación en la producción industrial del pulpo.
El principal propulsor de la cría de pulpo en cautiverio es España, con el apoyo de la Unión Europea. Ya existe producción experimental de cefalópodos en tanques terrestres, en nasas a mar abierto, y en especie de granjas donde aceleran el crecimiento de pulpos salvajes.
En noviembre del 2018, investigadores de los centros oceanográficos de Vigo y Tenerife del Instituto Español de Oceanografía (IEO) anunciaron quel ogrado reproducir pulpos en cautividad tras 20 años de investigaciones sobre el cultivo larvario de pulpo común.