Los repentinos cambios en la actitud y declaraciones de la Policía Nacional y otros directores de las Fuerzas Armadas y el Ejército no ofrecen ninguna confianza a la población. Los acontecimientos del martes y los reportes de la prensa ayer miércoles por la mañana levantaron muchas más sospechas y desconfianza hacia las autoridades.
La noticia principal fue la denuncia de la esposa de Manuel Regalado, el técnico de la compañía Claro quien dijo a la prensa que su esposo había sido golpeado y torturado durante los interrogatorios. Y los reportes de la prensa mostraron que efectivamente Regalado había sido llevado al Centro Médico Moderno para realizarle exámenes médicos. En esas noticias, imágenes mostraban que el hombre tenía una hinchazón en un tobillo y una posible dislocación de su hombro derecho.
Inmediatamente la policía entregó a los medios un video de 1:42 segundos de las 9:27 de la noche en los que se ve y escucha a Manuel hablar con los que aparentan ser fiscales. El técnico dice en ese momento que le había dicho a su familia que se encontraba bien y que no había sido golpeado. No obstante, su liberación no fue sino hasta las 12:07 de la madrugada, 37 minutos después de la hora en que tendría que haber sido liberado. Y luego de su exención, fue llevado directamente al hospital.
Aunque la policía diga que no fue golpeado o torturado, en tres horas muchas cosas pudieron haber pasado. Y a sabiendas de que el abogado no estuvo con él todo el tiempo, pues entonces solo hay que mirar las pruebas: Manuel se veía en perfecta salud en el video del interrogatorio, pero salió con una hinchazón en un tobillo y una lesión en el hombro. Además, la propia policía declaró primero que “no sabía cómo se habría dislocado un hombro y un pie mientras estaba detenido”. Y después el vocero de la institución Frank Félix Durán Mejía en rueda de prensa dijo que el técnico se habría resistido a desbloquear su celular. Pero al final de su alocución, en la cual informó que se había arrestado a Regalado y al coronel Ramón Antonio Guzmán, acusados de “delitos electorales”, se les habían protegido sus derechos fundamentales.
El propio Manuel en una entrevista previa a su arresto ayer miércoles, con Alicia Ortega, admitió que había recibido “caricias” y que también fue amenazado con argumentos como “estrenaremos la ley electoral contigo”. En pocas palabras, nunca se trató de una conversación con una persona que lo que hizo fue denunciar un intento de fraude o “sabotaje”, como le quiere llamar el gobierno. Más bien se trató de un interrogatorio buscando incriminarlo y sacarle toda la información para saber cómo afrontar a la opinión pública.
Lo que le pone la tapa el pote, es que además, Durán Mejía dijo que el audio que había circulado en los medios era “editado”, buscando “malintencionadamente”, restarle responsabilidad a los que hoy son acusados. Sin embargo, los textos que entregó a la prensa, que supuestamente son los reales, son exactamente iguales a los filtrados a la prensa.
Y para hacer más obvio aún que esto no se trata de un proceso de investigación serio sino una cacería en la cual ya se encontraron los dos culpables pero no los “autores intelectuales”. El coronel Koji Murayama, señalado por el técnico como la persona que intentó ingresar en el edificio de la compañía Claro no está siendo investigado y ni siquiera ha sido citado a un interrogatorio.
¿Más claro de ahí?