La comunidad internacional contempla con estupor como Libia se asoma al abismo de una nueva guerra civil. Las tropas del mariscal Jalifa Hafter combaten en los alrededores de Trípoli contra las milicias aliadas con las autoridades reconocidas por la ONU.
Los llamamientos de Gobiernos e instituciones internacionales para frenar la ofensiva de Hafter han caído en saco roto. El Secretario General de la ONU, António Guterres, abandonaba el viernes Trípoli con el rostro sombrío:
“Me voy de Libia con una profunda preocupación y con el corazón apesadumbrado. Sigo esperando que sea posible evitar un enfrentamiento sangriento en Trípoli y sus alrededores. Naciones Unidas sigue disponible para facilitar cualquier solución política capaz de unificar las instituciones libias”, afirmaba Guterres.
Mientras tanto, el Ejército gubernamental prepara la defensa de Trípoli, capital de un estado fallido desde la caída del régimen de Gadafi, en el año 2011. Numerosas milicias se reparten el territorio. Las tropas del mariscal Hafter, que contó con el respaldo de Rusia en el pasado, su fuertes en el este del país y aspiran controlarlo todo.