El senador estadounidense Bob Corker fue a Venezuela la semana pasada para llevarse una idea de por dónde van las relaciones entre los dos países. Pero en vez de ir a Caracas debió haber ido a La Habana, escribe la columnista Mary Anastasia O’Grady en The Wall Street Journal.
El día de la visita de Corker, Fernando Albán, miembro de la oposición venezolana, fue muerto en lo que tiene todas las trazas de ser un asesinato político. El opositor, de 56 años, había sido arrestado por agentes de seguridad el 5 de octubre en el aeropuerto internacional Simón Bolívar, de Maiquetía.
Tres días después murió en la sede de la agencia estatal de inteligencia, brazo de la inteligencia cubana, indica The Wall Street Journal.
“Venezuela es hoy una subsidiaria de la dictadura militar de 59 años que gobierna Cuba. Sin el apoyo del sofisticado aparato de inteligencia y de los avanzados métodos de persecución policial cubanos, el chavismo habría sido depuesto hace años”, asegura la columnista.
El congresista Corker debería saber que apelar el dictador venezolano Nicolás Maduro fue algo aun peor que perder el tiempo y los recursos de los contribuyentes estadounidenses, advierte el diario. Fue un favor al régimen de los Castro, que lleva años promoviendo el “diálogo” con Estados Unidos y la Unión Europea con el fin de ganar tiempo para afianzar el control sobre su satélite, Venezuela.
La dictadura alega que Albán, un católico devoto, cometió suicidio lanzándose por una ventana desde el décimo piso. Los católicos creen que el suicido es un pecado grave. De acuerdo con familiares y amigos de Albán, él jamás habría considerado hacerlo.
Además, como preguntó un aliado de Albán en el sitio de internet Panam Post, ¿no están las ventanas del Sebin selladas y los prisioneros esposados? Y en cuanto a saltar por la ventana de un baño, alguien que estuvo prisionero en ese edificio dice que dos policías siempre lo escoltaban al baño.
La misteriosa muerte de Albán bajo custodia tiene una sórdida semejanza con el destino de muchos cubanos que se negaron a plegarse al régimen de Castro, que ha perfeccionado el arte de deshacerse creativamente de los disidentes. En 2011, Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, murió de una infección inexplicable. Oswaldo Payá, ganador del prestigioso Premio Sajarov, fue asesinado en un accidente automovilístico en 2012 cuando el vehículo en el que viajaba fue sacado de la vía.
Negarles agua a los presos políticos en huelgas de hambre provoca insuficiencia renal, que es como el régimen cubano mató a Pedro Luis Boitel en 1972 y a Orlando Zapata Tamayo en 2010: el ataque cardíaco ataca de forma imprevista. La muerte por “suicidio” es una favorita del estado policial, dice el periódico.
Albán era amigo cercano de Julio Borges, exiliado en Colombia. De acuerdo con el diario español El Mundo, los amigos de Albán dicen que la seguridad del estado quería que su prisionero acusara al Sr. Borges de haber sido el autor intelectual del ataque con drone contra el Sr. Maduro en un desfile militar en agosto.
Han emergido alegatos de tortura. William Jiménez, oficial de la morgue a la cual llevaron el cuerpo de Albán, alega en un video circulado en internet que hallaron agua en los pulmones de Albán. El servicio de noticias colombiano NTN24 escribió sobre el video, haciendo notar que el Sr. Jiménez también alega que el ministro del Interior de Venezuela ordenó sacar esa información del reporte. El Sr. Jiménez ahora está oculto.
Una autopsia transparente habría resuelto esas preguntas. Pero las solicitudes para que médicos independientes estuvieran en el lugar fueron ignoradas. La historia de El Mundo cita a la ex Fiscal General de Venezuela, Luisa Ortega, también exiliada, quien dice tener información desde adentro según la cual Albán se ahogó mientras estaban torturándolo.
Una investigación sobre “La intervención de Cuba en Venezuela”, de María C. Werlau, directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro Archivos Cubanos, traza la historia de la conquista cubana. Ella hace notar que en 2007 el presidente de los Comités de Defensa de la Revolución dijo que tenían más de 30.000 miembros en Venezuela. En 2017 la agencia EFE reportó desde La Habana que Cuba declaraba oficialmente tener 46.000 civiles trabajando en “casi 20 programas sociales” en Venezuela.
La investigación de la Sra. Werlau indica que muchos de esos “colaboradores” son paramilitares disfrazados de trabajadores sociales, reporta el periódico. También, médicos cubanos entrevistados por ella contaron que, antes de salir a las misiones en Venezuela, les decían que “en cualquier momento debían estar listos para tomar las armas en defensa de la revolución” bolivariana.
Añádanse a estas misiones los agentes militares y de seguridad, y el estimado de la infiltración revolucionaria alcanza los 100.000. Cuba también controla decenas de miles de pandilleros venezolanos entrenados y armados que aterrorizan a la población impunemente.
La Sra. Werlau observa que los números no son tan importantes como el hecho de que hay “activos estratégicamente ubicados que custodian cada aspecto de la sociedad y que tienen un dominio electrónico integral de información, comunicaciones y datos de los ciudadanos“. Desde pasaportes y títulos de propiedad hasta el sistema electoral, la soberanía venezolana se ha rendido a Cuba que, debería tener en cuenta el Sr. Corker, es un cercano aliado de Irán, Corea del Norte y Siria, dice The Wall Street Journal.