ABU DABI, Emiratos Árabes Unidos — Hace una década, el arquitecto francés Jean Nouvel trazó un domo con relieve sobre un papel delgado. Hoy en día esa cúpula enorme de metal plateado se erige por encima de la arena desértica y el golfo Pérsico: es el símbolo que representa al nuevo museo Louvre Abu Dabi y las ambiciones globales de Francia y los Emiratos Árabes Unidos por usar el arte como una herramienta diplomática que llaman “poder blando”.
El extenso domo y las galerías frente al agua abrirán sus puertas al público este sábado, con la luz del sol cayendo en cascada a través de la celosía de acero inoxidable y aluminio y capas de patrones con forma de estrellas. Ha sido una larga espera para que esas miles de estrellas se alinearan, con cinco años de retrasos en la construcción y retos técnicos para la edificación calculada en 650 millones de dólares en la isla de Saadiyat, en una laguna cerca de esta ciudad capital.
La historia del museo también es turbulenta: una saga de recesión económica, caída de precios del petróleo, tensiones políticas regionales y duros debates intelectuales entre los franceses sobre los riesgos de prestar sus tesoros nacionales a Medio Oriente a cambio de petrodólares. A través de todo ello el Louvre Abu Dabi ha acercado a Oriente y Occidente, además de unir a los fragmentarios museos nacionales franceses, que contuvieron su envidia y su ego para cooperar en el proyecto negociado por dos gobiernos.
“Aunque es mucho lo que ha cambiado, no ha cambiado mucho aquí”, dijo Nouvel,
“El principio es que siga siendo un museo que pertenezca a la geografía, la cultura y la identidad del país”.
¿Pero a cuál país se refiere? Desde que se anunció la fecha de su apertura en septiembre, han estado saliendo cada dos días aviones de París hacia Abu Dabi con tesoros nacionales. Entre los exquisitos pasajeros que trasladaron estaban un autorretrato de van Gogh, la pintura La estación Saint-Lazare hecha por Monet en 1877 y Napoleón mismo: el retrato del emperador cruzando los Alpes en un caballo blanco hecho por Jacques-Louis David.
CreditKatarina Premfors para The New York Times.
La inauguración al público este sábado —con una aparición el miércoles del presidente de Francia, Emmanuel Macron, y exhibiciones aéreas con el nombre de Louvre sobre las alas de la aerolínea nacional del país, Etihad— se da cuando la monarquía también está involucrada en un boicot diplomático a su vecina Catar, con el argumento de que esta apoya a los extremistas.
Nusseibeh, el ministro de Estado, dijo que su gobierno considera el Louvre Abu Dabi parte de una estrategia cultural para enfrentar las tensiones en la región. El fin último de los Emiratos es promover a la capital como una ciudad global tolerante y a su museo principal como un puente entre las civilizaciones.
“La prioridad es invertir mucho en educación y cultura”, dijo desde su casa de campo, llena de obras de arte, en las afueras de Abu Dabi. “Esto ha cobrado mayor importancia por lo que sucedió con la radicalización de grupos que han secuestrado al islam” para sus propios fines políticos, dijo.
CreditKatarina Premfors para The New York Times
CreditKatarina Premfors/The New York Times