La Habana parece haberse convertido en una ciudad muerta. Nadie en las calles. Todo está cerrado. Imágenes inéditas de una capital cubana que ha quedado aislada del resto del país y bajo toque de queda para tratar de frenar los contagios de coronavirus.
La prohibición de salir de casa se extiende desde las siete de la tarde a las cinco de la mañana. La población se resigna y acepta el encierro.
“Pero hay que hacerlo, estamos obligados a carabina. Hay que hacerlo a ver si esto mejora un poco”, comenta un hombre desde su balcón.
“Voy corriendo a comprar mi pan, porque a partir de las siete de la noche no podemos estar en la calle”, añade una mujer, antes de cerrar las contraventanas de su casa.
Niños, ancianos y personas con discapacidad no pueden salir en ningún momento. También se prohíbe beber alcohol en lugares públicos y no se permite ningún tipo de fiesta.
Prohibido entrar o salir de La Habana
Es más, tampoco se puede entrar ni salir de La Habana. Sus más de 2 millones de habitantes han quedado incomunicados.
Las multas, de entre 80 y 120 dólares, y el continuo trasiego de vehículos de policía, son argumentos de peso para respetar las estrictas medidas. La culpa al repunte de contagios de covid-19 en la capital, convertida en epicentro de la epidemia, con varias decenas de nuevos casos diarios.
Los niños del resto de Cuba vuelven al colegio tras seis meses de cierre
Mientras La Habana se apaga, en el resto de Cuba vuelven a escucharse las risas de los niños en los colegios. Cientos de miles de estudiantes volvieron este martes a las escuelas del centro y el este del país, tras más de seis meses de cierre debido a la pandemia.
Las medidas son estrictas, pero los niños están contentos de regresar. “Estoy muy contenta, porque después de tanto tiempo de aislamiento puedo ver a mis amiguitos y a la profe”, dice una niña.
Cuba ha registrado hasta el momento 4.065 casos de coronavirus y cerca de un centenar de fallecidos.