DW: El obispo Rolando Álvarez – desterrado de Nicaragua este 14 de enero de 2024 con otros 18 prelados – estaba, hace casi un año también en la lista de los nicaragüenses con los que usted mismo tuvo que abandonar el país…

Juan Sebastián Chamorro: En efecto, yo fui desterrado hace casi un año, en el vuelo del 9 del febrero de 2023, en condiciones muy similares a las que ocurrieron ayer con los sacerdotes  y los obispos Álvarez y Mora. Fui precandidato presidencial en las elecciones de 2021, capturado el 8 de junio del mismo año y fui desterrado, desnacionalizado y exilido el 9 de febrero de 2023.

Justamente Brian Nichols, subsecretario del Departamento de Estado de EE.UU. para Latinoamérica, quien veló por su liberación y la de cientos de nicaragüenses, expresó “tranquilidad” por la del obispo Rolando Álvarez y los otros prelados. ¿Cuál tranquilidad se puede sentir?

Aunque no podemos hablar de “libertad”, sentimos, como Nichols, la tranquilidad de que al menos monseñor Álvarez está fuera de las rejas, tras las que tuvo que pasar más de 500 días. Los obispos Álvarez y Mora, la maxima gobernanza de la Iglesia católica en Nicaragua, estuvo presa en condiciones peores que las que nos tocó a nosotros.

El obispo Álvarez se negó a dejarse subir al avión en el que usted fue expatriado hace casi un año. Ortega lo llamó entonces un “energúmeno”. ¿Se vengó de su resistencia?

Como represalia, unas dos semanas tras la expulsión nuestra, el obispo fue sometido a un juicio exprés en el que fue condenado a 26 años de prisión y trasladado a la cárcel modelo.

¿Cuál era el papel del obispo Álvarez en Nicaragua?

El obispo Rolando Álvarez no cometió ningún delito. Solo mantenía el liderazgo en Matagalpa, la diócesis más popular de Nicaragua, una región muy católica y antisandinista. Monseñor Álvarez siempre abogó por la defensa de los derechos. Ahora no debe de haber quedado un solo párroco en esa diócesis.

Juan Sebastián Chamorro García, economista y ex candidato presidencial de Nicaragua, hoy exiliado como cientos de ciudadanos nicaragüenses
Juan Sebastián Chamorro García, economista y excandidato presidencial de Nicaragua, hoy exiliado, como cientos de ciudadanos nicaragüensesImagen: privat

¿Cómo entender esta cruzada del régimen Ortega-Murillo contra la Iglesia Católica?

La dictadura Ortega-Murillo se caracteriza por su intolerancia y brutalidad.

Tras desterrarnos a nosotros como oposición política, quedaba todavía un elemento suelto que era la Iglesia católica que predicaba en defensa de la dignidad humana, la libertad, la enseñanza de Jesucristo.

¿Se trata acaso de un plan estatal concebido para aniquilar toda voz crítica?

El régimen Ortega-Murillo ha desarticulado a la oposición. Estamos hablando de una política de Estado de persecución religiosa deliberada y hay suficiente evidencia que demuestra que esta es una política de Estado. Más de 200 religiosos han sido encarcelados, exiliados o no se les ha permitido regresar al país.

¿Qué ha pasado con las mujeres en las órdenes religiosas?

Las hermanas de la caridad Madre Teresa de Calcuta, fueron puestas en un bus hacia Costa Rica y echadas del país. A otras monjas les ha sido confiscado sus colegios e incluso la Universidad jesuita. Esto es una política de Estado que ha usado la persecución religiosa y muy particularmente en contra de la Iglesia católica.

¿Qué papel ha jugado la iglesia católica en la Nicaragua sandinista?

Las relaciones entre la Iglesia tradicional y el régimen sandinistas siempre han sido conflictivas. En 1986, el obispo  Pablo Antonio Vega fue tirado en un vehículo en la frontera con Honduras por su supuesto apoyo a los “Contras”. Debido al enorme arraigo de la Iglesia católica en Nicaragua, la dictadura de Ortega-Murillo la considera una amenaza a su poder y proyecto dinástico y totalitario.

¿Cuándo se dió el divorcio entre sandinistas e Iglesia católica cuando, en un principio, ambos buscaban la equidad y justicia social, como lo predicaba la Teología de la Liberación?

Tenemos que recordar que, cuando triunfa la revolución, en 1979, cuatro sacerdotes católicos ostentaban rango de ministros: en educación, Fernando Cardenal; Cultura, Ernesto Cardenal, el famoso poeta; Relaciones Exteriores, Miguel Escoto y el Embajador ante la OEA, Edgard Parrales. Todos surgidos de la Teología de Liberación, pero justo fue la lucha armada que buscaba “liberar a la población del yugo del sistema explotador” la que llevó a fuertes contradicciones con la iglesia católica tradicional.

¿No entendieron los sandinistas las dimensiones de su propio conflicto?

Los sandinistas no entendieron la verdadera dimensión de sus ataques contra la Iglesia católica, como lo fue enfrentarse al Gobierno estadounidense. Al final, fue la alianza de fuerzas internacionales las que terminaron con la revolución misma.

Entrar en conflicto con la Iglesia católica fue una decisión catastrófica e históricamente uno de los grandes errores de la dictadura de Ortega: no saber leer la idiosincrasia del pueblo nicaragüense, que es eminentemente católico y entrar en conflicto con la Iglesia, hizo que más bien se galvanizara una oposición en contra de la dictadura de un amplio sector de la población nicaragüense. Hasta hoy. Claro es que la dictadura es insostenible y solo se mantiene por la fuerza de las armas de la Policía y el Ejército.

¿Cómo definir el gobierno del dúo Ortega Murillo, régimen autocrático o dictadura?

Daniel Ortega ha destruido toda institucionalidad. En términos absolutos, no hay Estado de derecho, no hay sistema de Justicia, no hay sistema electoral, no hay sistema ni siquiera de registro público de la propiedad. Y con los ataques a la población, a la oposición, a la Iglesia, a gobiernos extranjeros, la dictadura Ortega-Murillo está cavando su propia fosa.

(ms)