En víspera del día que debe definirse la prisión o libertad de Lula da Silva, por una decisión de la Corte Suprema brasileña de aceptar o rechazar su habeas corpus, el ex presidente tomó una decisión. Acompañará la sesión de la máxima instancia judicial del país desde el Sindicato de Metalúrgicos del ABC, su cuna sindical y política. Lo que está en juego es la posibilidad, o no, del líder petista de agotar todos los recursos legales disponibles para demostrar su inocencia antes de ser encarcelado.
Sus abogados defensores han sostenido, día tras día, que la causa por la cual se acusa a su defendido, la presunta compra de un departamento que nunca estuvo a su nombre, es “ilegítima” y está “llena de irregularidades”.
Pero el proceso, y sus resultados, podrán tener un alcance gigantesco. No sólo afectará al Partido de los Trabajadores y a su dirigente histórico. También debe dejar una profunda división en la sociedad e, inclusive, en el medio judicial, hoy profundamente escindido entre los juristas que ven una eventual detención de Lula como un atentado “a la Constitución de 1988”; y la de jueces de foros criminales que claman por mantener una cláusula de 2016, por la que la Corte resolvió decretar la prisión de un reo condenado en segunda instancia.
Apoyo. Seguidores del ex presidente brasileño Lula da Silva, durante un acto del Partido de los Trabajadores, este lunes en Rio de Janeiro. /AP
Estos últimos aluden a que cualquier resolución a favor del ex mandatario pondría en peligro a la sociedad al dejar en libertad individuos que, por ejemplo, tienen sentencia por homicidio en un tribunal de segunda instancia.
En una columna notable, el analista político Reynaldo Azevedo, que publica sus artículos en Folha de Sao Paulo, sostuvo que esos jueces que sostienen la necesidad de mantener la cláusula de 2016 “son cobardes”. Afirmó que “no tienen la valentía” de llamar a las cosas por su nombre: “Quieren la prisión de Lula”.
Entre tanto, los manifestantes pro y contra el ex jefe de Estado preparan actos para este miércoles en Brasilia. La extensa explanada de los Ministerios fue dividida en dos. Una de las alas será ocupada por el PT y los movimientos sociales y sindicales; la otra por aquellos sectores como Brasil Libre (MBL) y Vem para Rua (VPR) que supieron armar grandes manifestaciones a favor del impeachment de la ex presidenta Dilma Rousseff.
Tanto una como otra agrupación perdieron fuerza y ahora pueden movilizar no más de algunas centenas de militantes.
Según el Partido de los Trabajadores, “es fundamental movilizar el mayor número de personas posible para esta manifestación. Precisamos demostrar la fuerza de los movimientos de izquierda, a favor de la democracia y por el derecho de Lula de ser candidato”, declaró el senador Paulo Rocha.
Según el secretario de Organización del PT en el Distrito Federal, Jacy Afonso, los manifestantes a favor y en contra del ex presidente estarán separados por una pequeña cerca, pero para cubrirse de cualquier posibilidad de contacto a lo largo del vallado será montado un largo operativo policial.
De acuerdo con la prensa brasileña, el PT trazó un plan de emergencia para una eventual expedición del mandato de prisión. Lo que pretenden es garantizar que el ex jefe de Estado esté rodeado de amigos y seguidores, para el momento en que el juez Sergio Moro pueda decretar su encarcelamiento.
La consigna es no oponer resistencia al cumplimiento de mandato de prisión. Lo que se quiere, es que Lula no esté solo en esa circunstancia. También les preocupa el riesgo de confrontación y hasta la vida de Lula. El ataque a tiros contra la caravana del dirigente por el sur del país, la semana pasada, atemoriza al PT. Creen que podría haber un atentado que ponga fin a la vida de su líder.
Las facciones que pretenden ver preso al ex presidente protagonizaron una pequeña manifestación al anocher de este martes en Brasilia. Según la propia Policía Militar (del gobierno provincial), el total de los movilizados no superó las 400 personas.
El juez de la Corte Suprema Gilmar Mendes declaró en Lisboa, donde se encuentra de gira, que “es muy malo para Brasil tener un ex presidente encarcelado”. El magistrado emprendió la vuelta para Brasilia y estará hoy en el juicio por el habeas corpus.
Hace 15 días, en una entrevista dada al diario Folha, el ex presidente Lula, favorito en las encuestas, sostuvo: “Si yo no creyese en la posibilidad de la Justicia de revisar el delito cometido contra mi por el juez Serio Moro, no precisaría hacer política. Pero yo creo en la democracia y en la Justicia. Y creo que esas personas (como Moro) merecen ser despedidas por el bien del servicio público”.