Jon Jenkins
Científico de computación de la NASA
En 1937 el escritor británico Olaf Stapledon publicó Hacedor de estrellas, uno de los textos imprescindibles de la historia de la ciencia ficción, inspirador de multitud de historias e incitador de vocaciones literarias. De esta novela Jorge Luis Borges afirmaba que “una prodigiosa novela, un sistema probable o verosímil de la pluralidad de los mundos y de su dramática historia”. Y Arthur C. Clarke aseguró que era“probablemente, la más poderosa obra de la imaginación de todos los tiempos”.
Lo que ha fascinado a tantos lectores que hoy siguen acercándose al texto de Stapledon es la maestría con que el escritor se acerca a uno de los misterios que siempre ha acompañado al ser humano: ¿estamos solos en el universo o hay otras formas de vida más allá de nuestro planeta? En Hacedor de estrellas, un hombre se sienta a contemplar el firmamento una noche cualquiera desde lo alto de una colina y se pregunta por el sentido de su vida.
Estas reflexiones son el inicio de un viaje fenomenal que le lleva a trasladarse con la mente desde la Tierra a los confines del universo, conectado con otras inteligencias y conociendo otras civilizaciones.
Ese gesto, el de mirar hacia lo alto, ha sido realizado por millones de seres humanos desde tiempos inmemoriales. “Cuando era niño -explica Jon Jenkins, científico de la NASA- me tumbaba en la hierba en las noches de verano y miraba hacia el cielo, preguntándome si habría planetas orbitando esas estrellas. Y de ser así, ¿habría en ellos seres tumbados en la hierba mirando al cielo en nuestra dirección haciéndose la misma pregunta?”.