Johnson hace oídos sordos a la presión de los Comunes para que renuncie

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i el 10 de Downing Street es como un manicomio o el cuartel general de una mafia empeñada en defender a balazos su territorio (en este caso el Brexit), el Parlamento –y más ahora que ha reanudado sus sesiones tras la sentencia del Tribunal Supremo – es como uno de esos antiguos circos de tres pistas de P.T. Barnum o los hermanos Ringling que recorrían el Oeste americano, y donde uno no sabía adónde mirar porque todo el tiempo estaban pasando cosas a cuál más extraordinaria: un oso que bailaba, un elefante que se ponía a dos patas, una trapecista que volaba por los aires, un león que daba vueltas como un perrito, un mago que sacaba conejos de la chistera, un tío que se metía fuego en la boca, un malabarista que manejaba diez pelotas en el aire sin que se le cayeran al suelo…