En la década de 1980 o 1990, pocos habrían predicho que Japón se convertiría en el portador del libre comercio. Este es, después de todo, el país que una vez trató de prohibir los esquís de fabricación extranjera al afirmar que la nieve japonesa era diferente de la nieve en otros países. Cómo han cambiado los tiempos.
A medida que los Estados Unidos se hunden en el proteccionismo, la Tierra del Sol Naciente es uno de los pocos países que todavía están presionando por acuerdos comerciales. Japón hizo recientemente un libre comercio con la Unión Europea, y está tratando de mantener viva la Asociación Transpacífica incluso después de que Estados Unidos salió del acuerdo. ¿Por qué el giro? Una de las razones es probablemente geopolítica – con la elección de Donald Trump, el compromiso de Estados Unidos con sus alianzas internacionales, y con la seguridad global en general, parece menos seguro. Japón probablemente está tratando de apuntalar sus propias alianzas en Europa y el borde del Pacífico.
Una segunda razón es un deseo de productos baratos. Los salarios japoneses se han estancado durante mucho tiempo, y muchos trabajadores japoneses dependen de productos baratos para sus medios de subsistencia diarios. Los acuerdos comerciales permiten importaciones más baratas a un país.
Una tercera razón es obligar a las empresas japonesas a aumentar su productividad. Hay pruebas de que la competencia internacional puede tener un efecto saludable tanto en la innovación como en la eficiencia. Las empresas orientadas a la exportación de Japón, desde gigantes como Toyota Motor Corp. a empresas de nicho como el fabricante de cremalleras YKK Group, son muy productivas, pero representan sólo una modesta porción de la economía. Históricamente, las empresas que venden en el mercado nacional japonés han tendido a ser considerablemente menos eficientes. Al abrir el comercio con los países ricos de la Unión Europea, los líderes japoneses probablemente esperan forzar a más rezagados corporativos a modernizar sus operaciones y culturas corporativas.
Pero hay una cuarta razón para el reciente entusiasmo de Japón por el libre comercio: la creciente importancia de la propiedad intelectual en las exportaciones de los países ricos. Este fenómeno ha volado principalmente bajo el radar, pero está cambiando lentamente todo el camino que los economistas piensan acerca del libre comercio. Durante décadas, el gobierno de Japón hizo un esfuerzo consciente por fortalecer el sistema de propiedad intelectual del país. La razón principal es alentar a las empresas a innovar más. Pero el creciente interés de las empresas japonesas en patentar también les ha ayudado a vender en el extranjero.