Un atún fue vendido este miércoles por 128.879 euros en el mercado de Toyosu, en la tradicional primera subasta del año en la lonja de pescados y mariscos de Tokio, Japón. Este precio confirma un descenso por tercer año consecutivo como consecuencia de la pandemia de coronavirus.
Se trató de un ejemplar de atún rojo de 211 kilos (el kilo costó unos 610 euros) capturado en el pueblo de Oma, en la costa de Aomori, y que fue adquirido en una oferta conjunta por el mayorista Yamayuki y el grupo Onodera, propietario de una cadena de restaurantes de sushi que cuenta en su haber con una estrella Michelín.
En 2021, un ejemplar de atún rojo se vendió por 159.165 euros, mientras que en 2020 se desembolsaron 1,5 millones de euros, después de una racha de casi una década de cifras récord a la que el Covid-19 le puso fin.
A las cinco de la mañana de este miércoles sonaba la campana que daba comienzo a la intensa puja tokiota por los mejores atunes frescos y congelados capturados en Japón y en otras partes del mundo.
Como medida preventiva ante la pandemia, el número de asistentes a la subasta fue limitado por segundo año.
El presidente de la cadena de sushi Sushi-Zanmai, Kiyoshi Kimura, se prepara para despiezar un atún de 278 kg que adquirió por 2,7 millones de euros. Foto EFE
Fue la cuarta subasta en las instalaciones de Toyosu, después de que el popular mercado, la mayor lonja de pescado del mundo, fuera trasladado en 2018 desde su antigua y céntrica ubicación en Tsukiji tras un polémico proceso que se demoró 17 años.
En la primera subasta del año suelen alcanzarse precios extremadamente altos en Tokio, donde normalmente el kilo de atún se paga a un máximo de 70-80 euros.
El precio récord se anotó en 2019. En aquella ocasión, y como venía ocurriendo desde 2011, la popular cadena de restaurantes Sushi Zanmai pagó casi 2,7 millones de euros, la máxima cifra alcanzada por un ejemplar de atún rojo desde el inicio de los registros en 1999.
Acudir a la subasta de atún es una de las atracciones turísticas por excelencia en Tokio, pero desde el estreno de las nuevas instalaciones y la llegada de la pandemia, apenas se han podido realizar visitas y los empleados trabajan, por primera vez en décadas, casi en solitario.
Con información de EFE.