Por: ÁNGEL LOCKWARD

El 15 de febrero se anuló –irregularmente– la elección de autoridades municipales; entonces, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), preludiaba que ese torneo –por los resultados que preveía- era extrapolable al presidencial. Eso, desde luego, no era cierto. Era solo una herramienta publicitaria válida, porque, aunque Luis Abinader superaba a Gonzalo Castillo por 18 puntos, los emblemas del PLD y el Partido Revolucionario Moderno (PRM) lucían bastantes parejos y se entendía que la maquinaria del primero, con dinero y apoyo del Estado, aunque fuera derrotada podía conservar plazas emblemáticas, como Santiago, Santo Domingo Norte, Moca, San Cristóbal y Puerto Plata. Ese supuesto posicionamiento cambió abruptamente por la movilización popular de rechazo a la suspensión de los citados comicios. A finales del 2016 el Gobierno recibió la mala noticia de Odebrecht desde Estados Unidos; a pesar de los acuerdos dos y esfuerzos en el 2017, ese año la Marcha Verde descalabró al PLD. Al siguiente año, la creencia inicial de que Leonel Fernández no dividiría al partido oficial (del cual era emblema), constituyó un costoso error de cálculo, pues su partida debilitó sensiblemente a esa entidad y catapultó al PRM y, en particular a Abinader, quien obtuvo la nominación en forma contundente. El PLD marchaba herido a la cita de febrero, pero con su disciplina y recursos, competía en muchas plazas. Empero, el aplazamiento volcó a la juventud a la protesta durante 11 días y puso en rojo las alarmas democráticas, lanzando a la gente en masa a defender la democracia: A los jóvenes se les unieron los artistas y comunicadores. Esas manifestaciones favorecieron no a la oposición completa, sino al PRM y a Abinader, porque eran los únicos en capacidad de cristalizar el deseo del cambio. Sin una gestión de crisis que produjera una renovación en la presidencia de la Junta Central Electoral (JCE), el Gobierno quedó atrapado en una crisis que quizás no era la suya y dejó como “comprobada” la tesis de Leonel sobre el fraude informático, así como la incompetencia de las autoridades electorales. La distracción que buscaba nominar a la Dra. Cedeño de Fernández, independiente de sus avales, siendo la esposa de Leonel, no pudo tener peor efecto. Su elección como vicepresidenta de la República era contraria a la cultura del núcleo familiar cristiano y, en vez de mejorar la fórmula presidencial, la afectó por victimizar al esposo “ultrajado”, y dando más créditos políticos a quien capitaliza cada error, Abinader, a quien le bastó buscar una candidata sobria y competente, ajena a las ambiciones y devota de su familia.

Así las cosas, en la cita de este día, todo parece indicar que habrá una asistencia masiva a las urnas y que el partido de Gobierno, con la moral baja, se enfrenta a la realidad amarga de perder con seguridad por amplio margen casi todas las plazas grandes del país, particularmente el Gran Santo Domingo, incluso, Santo Domingo Norte que en febrero ganaba y con posibilidades –no seguras – solamente en Santiago y Moca.

Nadie sugiere que los resultados de marzo se pueden extrapolar a mayo, ni siquiera se habla ya de segunda vuelta y, el problema real sigue siendo el mismo del principio: a) Gonzalo, destruido por los memes de la población, ocupó el lugar del que otros dirigentes se consideraban merecedores y, para el que se entendían mejor preparados: Tienen envidia o vergüenza de él y no le promueven ni defienden, b) la gente quiere un cambio y c) desde luego que la salida de Leonel dejó sin bandera, por el momento, al PLD, dando a la gente la oportunidad de recuperar el control político de las instituciones democráticas dando inicio, este domingo, al final de la Era del PLD, puesto que lo previsible es que a partir de la semana próxima, muchos de sus cuadros se vayan a la Fuerza del Pueblo y, otros, después de agosto, algo parecido –por motivos distintos a lo que en su día sufrieron el PRSC y el PRD: los emblemas viejos dicen poco al nuevo país.