Esta es la historia de un asesinato envuelto en misterio. Y el enigma no es quién lo cometió ni cómo, sino por qué.
A mediados del primer milenio, una erudita fue despedazada por una muchedumbre que usó tejas de los techos y conchas de ostras para cortar carne viva de su cuerpo.
Ella había sido maestra, conferencista, filósofa y matemática… una persona que difícilmente se pensaría podría excitar tal furia de fundamentalistas religiosos.
No obstante, esta fina e inteligente mujer fue asesinada por un grupo de cristianos.
La víctima era Hipatia, la primera matemática de la que se tiene un registro detallado.
Y el lugar de los hechos fue Alejandría, la ciudad fundada por Alejandro Magno en 331 a.C., que se convirtió rápidamente en un centro de cultura y aprendizaje para el mundo antiguo.
Una mujer excepcional
Como es común con personajes de la antigüedad, el tiempo se llevó mucha información sobre Hipatia, pero varias fuentes históricas dan fe de su existencia y su vida, así que hay algunos datos claros.
Como pocas mujeres en su época, Hipatia pudo estudiar porque era la hija de un hombre con formación educativa.
Su padre era Teón de Alejandría, un astrónomo y prolífico autor, que editó y escribió comentarios en la obra de pensadores como Euclides.
Pero, según el filósofo Damacius, Hipatia excedía con creces las fronteras del conocimiento de su padre.
“Como ella era por naturaleza de una disposición más noble que su padre, no se contentó con la educación matemática que podía recibir de él. Su noble entusiasmo la condujo a otras ramas de la filosofía”.
El historiador griego de la antigüedad Sócrates el Escolástico concuerda con que la sabiduría de Hipatia era excepcional, así como su habilidad para hablar en público.
“Logró tales conocimientos en literatura y ciencia, que sobrepasó en mucho a todos los filósofos de su época. Le explicaba los principios de la filosofía a sus oyentes, muchos de los cuales venían de lejos para recibir su instrucción…”.
“A menudo aparecía en público en presencia de los magistrados. Y no se sentía avergonzada al ir a una asamblea de hombres. Pues, debido a su extraordinaria dignidad y virtud, todos los hombres la admiraban”.
Alabanzas inusuales para una mujer de esa época.
Preservar, proteger y divulgar
Es difícil saber con precisión cuáles fueron los logros científicos de Hipatia.
Alejandría empezó a sufrir un lento declive desde que Julio César la conquistó para Roma en el año 48 a.C. e incendió accidentalmente su legendaria biblioteca.
Aunque luego fue reconstruida, otras guerras civiles destruyeron gran parte de los contenidos del preciado enclave.
Los últimos rollos probablemente desaparecieron, junto con el museo, en 391 d.C., cuando el arzobispo Teófilo destruyó todos los templos paganos por orden del emperador romano.
El último miembro conocido del museo fue Teón, el padre de Hipatia.
Muchos académicos trataron de hacer lo mismo que Teón: preservar, proteger y divulgar lo que quedaba de todo ese conocimiento.
Hipatia continuó con la labor, abordando textos matemáticos más complicados para hacerlos accesibles para sus discípulos.
Era un trabajo tan importante que se convirtió en la matemática preeminente de Alexandria y, por lo tanto, probablemente en la principal matemática del mundo.
Además, hay evidencia histórica de que Hipatia hizo sus propios descubrimientos e innovaciones.
Inventó un nuevo y más eficiente método para hacer divisiones largas.
Antes de las calculadoras electrónicas, aquello de sumar, restar, dividir y multiplicar era una tarea ardua en ingeniería o astronomía, y cualquier mejora en la eficiencia era muy bienvenida.
También estuvo involucrada en la creación del astrolabio, una suerte de calculadora astronómica que se usó hasta el siglo XIX, y el hidroscopio, un aparato para medir líquidos. Hipatia no se inventó esos artilugios sino que la consultaron para diseñarlos.
Uno, Inteligencia y Alma
En resumidas cuentas, la vida de la admirada intelectual parece haber sido reflexiva, útil y tranquila.
Muy probablemente era célibe, y la antigua sociedad griega apreciaba el celibato como virtud.
Profesaba la filosofía del neoplatonismo, que es algo abstracta, pero mantiene que el principio del universo es la unidad absoluta, lo Uno, perfecto, incognoscible e infinito.
De ese Uno emanan varios planos de realidad, siendo la Inteligencia pura -o Logos o Verbo- el más elevado y contenedor de las ideas de todo lo posible.
Logos engendra el Alma como idea, principio del movimiento y de la materia.
Como credo, el neoplatonismo es tan vago que a lo largo de la historia ha habido gente de otros cultos que se identifican también como neoplatonistas: es una ideología que se acomoda sin ofender.
Hipatia enseñaba estas ideas filosóficas con mayor énfasis científico que los seguidores anteriores del neoplatonismo.
Entre paganos y cristianos
La existencia de esta destacada mujer -enseñando, leyendo, escribiendo y estudiando- en el que era el centro de aprendizaje del mundo debió haber sido pacífica.
Por eso es tan sorprendente que terminara asesinada por una turba feroz.
Para que ese violento hecho cobre algo de sentido, hay que fijarse en lo que estaba ocurriendo en la Alejandría de la época.
El siglo IV vio la transición formal y oficial del Imperio Romano de un estado totalmente pagano a una entidad pagana y cristiana compartida.
En muchos lugares, sin embargo, el cristianismo estaba empezando a salir adelante, particularmente en el Imperio Romano Oriental.
Alejandría, en Egipto, estaba en el centro de esta lucha.
Era un lugar donde había una amalgama de paganos, judíos y cristianos compartiendo un mismo espacio.
Fue ese conflicto religioso el que decidió el destino de Hipatia.
Dos hombres
En el siglo V el prefecto imperial de Alejandría era Orestes, cristiano pero tolerante con los grupos no cristianos de la ciudad.
El obispo de la iglesia de Alejandría era el patriarca Cirilo, quien estaba muy lejos de ser tolerante.
Una de las primeras medidas que tomó al asumir su cargo fue cerrar a la fuerza un grupo cristiano que él consideraba hereje.
Cirilo y Orestes se enfrentaron en una batalla por Alejandría.
Mientras Orestes trataba de promover la tolerancia, Cirilo exacerbaba las tensiones.
Cirilo instigó una serie de motines antijudíos y expropió casi todas las sinagogas de la ciudad para convertirlas en iglesias cristianas.
Acabo expulsando a todos los judíos de la ciudad.
Cuando Orestes se quejó ante el emperador Teodosio II, los seguidores de Cirilo lo acusaron de ser clandestinamente pagano. Orestes lo negó. Luego, una horda de monjes lo atacó y uno de ellos lo hirió golpeándolo en la cabeza con una piedra.
Orestes lo mandó arrestar y lo torturaron tan severamente que el monje murió… ¡y Orestes era el tolerante!
Para echarle leña al fuego, Cirilo declaró que el monje era un mártir y un santo.
La ciudad estaba al borde de una guerra abierta entre cristianos y no cristianos, moderados y extremistas, y es en este punto en el que entra en escena Hipatia.
Un sacrificio grotesco
Nunca se supo con exactitud qué motivó a los hombres que atacaron a Hipatia.
Pero se sabía que era amiga del gobernador Orestes, y -a diferencia de él- ella sí podía caracterizarse como una pagana… no era ningún secreto.
Empezaron a correr rumores de que ella era una influencia maligna para el gobernador, que su amistad había impedido que él se convirtiera en un cristiano verdadero, como lo era Cirilo.
Hasta los conocimientos astronómicos de Hipatia terminaron involucrados en la oscura situación.
Las observaciones astronómicas eran clave para decidir la fecha de Semana Santa. Una conjetura era que los cálculos astronómicos de Hipatia señalaron una fecha distinta a la que había anunciado Cirilo, lo que socavaba su autoridad.
Lo que se sabe actualmente es que un grupo de cristianos obstruyó el camino del carruaje de Hipatia cuando ella iba a casa.
La sacaron de su carruaje, la arrastraron hasta una iglesia y la desnudaron.
No está claro si la apalearon hasta la muerte o si la desollaron viva, pero la opción que los especialistas creen más probable es la segunda. Luego despedazaron su cuerpo y lo quemaron, en una aproximación grotesca al sacrificio de un animal para un dios pagano.
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Es una lástima que no podamos leer lo que Hipatia escribió, pero eso no significa que su legado se esfumara.
A pesar de que muchas cosas del mundo clásico no sobrevivieron, su nombre y los relatos sobre ella han sido copiados y pasados de generación en generación.
Según todos ellos, fue una mujer asombrosa; su historia debió haber significado mucho para que la gente se asegurara de que perdurara.